Capítulo Dos

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-El Instituto de Los Ángeles. Seguramente han oído hablar de él. El incidente del Señor Morgenstern.- Hizo énfasis al mencionar el apellido. Buscando impacientar a Evelyn.

Evelyn soltó un suspiro de aburrimiento.

-Así somos los Morgenstern. Ya sabes los legendarios Morgenstern, los tipos malos y eso.-

Todos rieron. Era una continua lucha entre ambos chicos

Se dirigieron a la biblioteca en primer lugar. Ahí Edward les enseñó sus libros. Bueno, técnicamente no eran suyos. Pero da igual. En segundo lugar fueron al gran salón. Luego al Santuario, al Cuarto de Armas y por último a la Sala de Entrenamiento.

-Bien chicas- dijo Edward- Veamos de que están hechas.

Se dirigió a una de las paredes cargadas de armas, y sin previo avisó lanzó dos cuchillos arrojadizos a la vez. Ambos dieron en el blanco. El se volteó esperando ver una expresión de asombro en las chicas, pero su sonrisa socarrona se borró cuando vió que ambas lo miraban con un brillo burlón en los ojos.

-Buena técnica, pero tu mano estaba algo doblada hacia la derecha. Lo que impide una mejor dirección del cuchillo.- Dijo Evelyn obviamente divertida.

Edward la miró con molestia, y frunció el ceño.

-Soy un Herondale querida. Hago las cosas como quiero.- Y le sonrió.

Escucharon un bufido de superioridad y se voltearon. Allyson estaba recostada contra una pared, mirándolos con aburrimiento.

-¿Terminaron?- Hizo una pausa, esperando respuesta. Nadie dijo nada. Mostró en ambas manos dos shurikens marcados con runas. Arqueó una ceja, y en un giro fluido lanzó los primeros dos, clavándose en el blanco. Con otro giro, pero esta vez de revés, lanzó los dos sobrantes, clavándolos justo arriba de los dos anteriores. Rápidamente se sacó un kunai negro del cinturón de armas y se lo lanzó a Edward, quién lo esquivó por poco y al hacer movimiento precipitado cayó al suelo golpeándose el codo.

-¡Ja! ¡Así se hace! Por eso eres la mejor parabatai del mundo- Evelyn se acercó a Ally y le chocó los cinco.

-Tampoco fue tan impresionante.- Edward estaba obviamente ofendido.

-Claro que no. Tu caída fue mucho mejor.- Evelyn se la pasaba en grande.

Ambas chicas se dirigieron a la salida.

-Vamos a charlar un rato. ¿Vienes cariño?.-

Allyson sonrió sarcásticamente y salió de la sala de entrenamiento.

Edward.

Me quedé un rato en el piso. Mi codo dolía, pero lo que más me dolió fue que una chica  lastimara mi orgullo. No utilizaría un Iratze. Aún le quedaba orgullo.

-No. Eso si que no. ¿Qué se cree ella?

Me dirigía a mi cuarto cuando escuché voces que venían desde dentro de una de las habitaciones del Instituto, tenía la puerta entreabierta. Me pegué a la pared y agucé el oído.

-Ese chico es genial.- Dijo la inconfundible voz dulce de Allyson.- Pero es un egocéntrico sin remedio

-Ally...- Evelyn sonaba ligeramente tensa.- Es un Herondale, ahora por favor no vayas a preguntarle en la cara por qué es así. Es algo que viene en su ADN. Además fue gracioso verlo caer. ¿Sabes cuánto tuvo que dolerle en el ego?.-Rieron con ganas- Vamos, cámbiate de una vez.

Él sonreía de manera petulante.

-Bien, piensan que soy genial.

Fue lo único que quedó grabado en su mente sobre la conversación de las chicas.

Cazadores de Sombras, Ciudad de susurros y consuelos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora