PRIMERA CARTA - HALLADA EN UNA CLOACA DE DERMOND STREET

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Desde niña, las cucarachas siempre provocaron en mí, un insano pavor; son animales realmente repugnantes y asquerosos; sus seis patas rematadas con aquellas espinas puntiagudas me causaban pesadillas; sus ojos negros que te observaban fijamente, sin pupila, sin iris, solo manchas negras, oscuras y vacías; como contemplar un abismo infinito, donde mi mente sucumbía en una caída inacabable.


No sé por qué comencé escribiendo esto, a decir verdad, en estos días huiré de aquí, tal vez vaya hacia la ciudad o quien sabe, podría ir a un espacio desolado, lejos de todo contacto humano, no importa, lo que sea con tal de estar lejos de este maldito lugar; por favor, si alguien alguna vez encuentra este diario, destrúyalo, olvídese de lo que acaban de leer, por favor, no sigan leyendo, destruyan estas malditas hojas...

Ya no puedo más con esta agonía, a veces creo que todo lo que sucedió fue solo obra de mi retorcida mente, mi cerebro me tendió una trampa, es lo que trato de decirme a diario cuando despierto.... Pero veo esta marca en mi antebrazo, cada día sigue creciendo más y más; al principio, al tocarla sentía un leve ardor, como un ácido terrible que carcome mi carne.

Ahora palpo la mancha y apenas logro percibir una mínima sensación al tacto, cada día aumenta más. Hoy al despertar, vi que ya había alcanzado mi muñeca y, logro distinguir una franja oscura y maligna dirigiéndose hacia mi pulgar.

Esto ya no importa, moriré de todas formas, de una u otra manera Él vendrá.

Espero sea pronto, no quiero desvanecerme y convertirme en aquello que en las noches no me permite conciliar el sueño.

Aquel día la lluvia comenzó a las dos de la tarde y parecía que se incrementaba con cada segundo que pasaba, mi madre me pidió que apagara la televisión y empezara a realizar mis labores escolares, yo fruncí el ceño y apague la televisión luego de una segunda llamada de atención; debía realizar un trabajo de investigación relacionado a la contaminación ambiental; siempre me aburrió ciencias sociales, así que encendí el ordenador y comencé a trabajar en aquella aburrida labor.

Eran ya las cinco de la tarde cuando empezaron a oírse extraños ruidos provenientes del cielo, al principio de lejos, muy muy lejos, sonidos que tronaban, eran fuertes estruendos que se intensificaban poco a poco.

En esta ciudad nunca se habían visto relámpagos así que me asuste un poco, debo decirlo, pero más que miedo, lo que me motivo a realizar aquella acción fue la curiosidad, una curiosidad humana tan normal en mí.

¡Cuánto me arrepiento ahora de que en aquel momento me haya picado la indagación, maldigo todo lo que sucedió después y cuanto desearía haber tenido el miedo suficiente para no abrir esa maldita cortina!

No puedo describir lo que realmente vi, no tengo palabras para indicar que, o como era aquella cosa que se encontraba en medio del cielo, con solo imaginar un esbozo de tan horrible ente, mi cuerpo comienza a temblar y el frío invade mis huesos, me hielan tanto que me desvanezco por momentos.

Tal vez si haya sido mi imaginación, tal vez fue mi fobia, tal vez tengo la mente atrofiada, tal vez realmente estoy demente como dijo mi madre, pero vuelvo a ver mi antebrazo y esta mancha maligna me trae de vuelta a la realidad.

Desearía morir ahora, pero no tengo el valor de quitarme la vida, al menos esperare que sea Él quien se encargue de mí, ya han pasado muchos días, mis piernas no quieren moverse en lo absoluto; logré escapar de aquel maldito lugar pero aquí en esta pútrida cloaca me siento más desolada que nunca, mis ropas están empapadas, percibo el frío como un cuchillo que hiela y corta cada parte, hasta la más mínima de mi débil cuerpo, no he comido en varios días, mi estómago se constriñe, se siente un terrible ardor en mi interior que contrasta con el hielo en mi piel.

EL CAZADOR CÓSMICO [PUBLICADA EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora