[EXTRA]

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Los hospitales lo enfermaban.

No tanto como las frambuesas, pero de todas maneras lo enfermaba.

Pero hacia un esfuerzo, un esfuerzo inmenso para poder soportar su oculto miedo a este lugar. Le molestaba estar ahí, odiaba ese olor, odiaba ver a muchas personas usando colores claros.

Volvió a preguntarse por centésima vez, por qué las batas de los doctores eran blancas ¿por qué no verdes o azules? ¿rosas o púrpura? ¿por qué el color blanco? El blanco representaba pureza y tranquilidad, el blanco era usado por las novias como un signo de belleza y castidad, el blanco era usado para traer paz al mundo.

Entonces ¿por qué usaban el blanco, un color neutro, para un lugar como este donde a diario moría más gente de la que nacía? Eran preguntas absurdas, pero de verdad quería distraerse y alejar su mente. Quería desconectarse, porque todo de un momento a otro se había ido a la misma mierda.

Escuchaba a la gente ir de un lado al otro, incluso podía escuchar los gritos de los médicos de urgencia intentando salvar la vida de alguien. Podía olfatear la tensión de las personas que estaban a su alrededor, la desesperación, la tristeza y la frustración por no poder hacer nada más que esperar. Algo similar a lo que el Alfa hacía en esos momentos.

De hecho, la última vez que visitó un hospital fue cuando su hijo, HyungShik, a los seis años, se le ocurrió la fantástica idea de ayudar a la señora Lee, una vecina de sus abuelos, a bajar a su gato Rufus. Había sido un descuido de tan solo unos segundos por parte de HyeWoo que terminó en un brazo roto y la inasistencia del niño a su colegio porque justamente él escribía con ese brazo.

Lo bueno del asunto (o eso pensó JungKook en el momento) es que ahora su pequeño era ambidiestro. Genial, ¿no?

No obstante, eso fue hace ya cuatro años y el HyungShik de ahora, con diez años, había dejado atrás esos momentos y empezar a cambiar su actitud.

Hace no mucho el Gobierno le había dado el resultado del análisis y contrario a todas las expectativas de la familia, Jeon HyungShik salió demasiado diferente.

—Vine tan rápido como pude, perdona —La melodiosa voz de su esposa lo trajo de nuevo al mundo, fueron tan solo milisegundos para conectar su mirada con la de ella—. De verdad, lo siento.

—No te preocupes, solo ha pasado media hora desde que llamé a la oficina —lentamente se puso de pie, está vez HyeWoo fue la que tuvo que elevar la mirada— ¿Pudiste solucionarlo?

Asintió—: Salió mejor de lo que esperaba. Gracias por el consejo, JungKook —sonrió suave y el Alfa pudo notar que los años ya llegaban a la mujer— ¿No han salido?

—No —suspiró—. Incluso me pidieron el contacto de DaeYong para poder saber qué diablos le pasa a Hyunnie.

—Dios mío —mordió su labio—. Yo... él actuaba muy bien antes del análisis, Kookie, seguía siendo tan adorable y obediente y ahora...

—No es tu culpa, Hye —la interrumpió queriendo calmarla—. Que tenga eso no lo hace distinto.

—¡Pero ahora es diferente, JungKook! —chilló—. Es... es como si no fuera el bebé que ambos criamos con tanto esmero, es como si fuera un completo desconocido y-

—Familiares de Jeon HyungShik.

El matrimonio Jeon entró en modo de alerta, ambos se apresuraron a acercarse a la enfermera que anteriormente los había llamado, esta con una mirada analítica los acompañó por el largo pasillo de la ala de maternidad. El recorrido duró tan solo unos minutos, hasta que la enfermera señaló a la ventana a su costado izquierdo, ahí el psicólogo, DaeYong tenía una ligera charla con el niño quien fruncía el ceño y parecía demasiado molesto.

Âmes Soeurs ✾ KOOKMIN AU [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora