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Asustada me quedé mirando la tabla floja esperando ver a Elbeth pasando por debajo, pero no pasaba nada ni nadie.

-¡Elbeth, vamos apúrate !-grité tras la tablilla, pero no escuchaba nada -¡nana!- volví a gritar y esta vez escuché pasos tras la tablilla; y aunque debí alegrarme, por un momento pensé en la posibilidad de que tal vez no fuera mi nana. El corazón se me aceleró cuando vi la tabla moverse, pero al ver la mata de pelo negro de Elbeth.

Al ponerse de pie me miro con rostro severo -¡te dije que no te detuvieras!- grito y sin agradecerme haberla esperado me tomo del brazo y me arrastró por las escaleras, ambas empezábamos  a ahogarnos en el aire casi irrespirable debido  el polvo y escombros en el ambiente. Al llegar al aviario que hacia veces de biblioteca vimos que no estábamos solas, un hombre vestido de pieles y cadenas con joyas incrustadas estaba parado frente a la puerta.

Era alto, pálido, de cabello negro y con ojos azules pero turbios. Apenas nos vio sonrió amplia-mente y con una voz profunda empezó a hablar:

-pareces sorprendida de verme- dijo quitándose los guantes  mostrando unas manos cubiertas de tatuajes - debiste saber que estaría aquí, no soy tan tonto como para no venir a este evento tan importante- tenía que dejar de mirar sus ojos fríos y cínicos llenos de un chispa de locura, así que desvié la mirada hacia mi nana, quien tragaba en seco y seguía sin soltar mi brazo, en realidad me estaba clavando las uñas en el.

- no contaba con que estuvieras aquí - dijo poniéndose por delante de mi, como queriendo protegerme con su cuerpo.

-gran error- dijo y abrió su mano izquierda por delante de su pecho- pero no quiero monologar ahora, descansa Elbeth - y acto seguido empezó a cerrar su mano lentamente y a medida que esta se cerraba a mi nana se le iban cerrando los ojos con la misma dificultad que  el la mano e iba soltando mi brazo - vaya, que fuerza de voluntad - murmuró el hombre tras un brillo desquiciado en su rostro.

En ese momento pensé que debía hacer algo, no podía quedarme ahí sin hacer nada, debía ayudarla... y lo único que se me ocurrió fue atropellar al sujeto con mi cuerpo para desviar su atención, ya que parecía que necesitaba mucha para poder hacer lo que sea que estuviese haciendo. Sin pensarlo dos veces me abalancé sobre el y en pleno trayecto mi nana me grito "¡Filia, no!".

Lamentablemente el reaccionó más rápido que yo y me sujeto por el cuello con una fuerza sobre natural, cada momento que estaba su mano sobre mi sentía que moría un poco, era como si te mantuvieran bajo en agua mucho tiempo y no tuvieras aire... pero mucho, mucho, mucho peor.

-interesante- murmuró observándome -tu eres Filia- enunció en una carcajada demente y cínica -la trajiste contigo, que estúpida eres Elbeth- dijo y me soltó a sus pies. sentía como poco a poco el aire llegaba a mis pulmones y a mi cuerpo y me gire solo para observar impotente como mi nana caía al suelo inerte y sin vida con un golpe sordo. No pude reprimir un grito ahogado que anunciaba el inicio de mi luto.

  -Ahora- dijo pausadamente el hombre con su profunda voz que te calaba hasta los huesos -llora niña, llora a tu nana, desahógate- era un cínico, sin duda... no hacía falta que me lo dijese ya que yo lloraba sin sonido alguno, las lágrimas brotaban calladas y a cantaros por mis mejillas.

Sin levantarme me acerqué  a gatas a mi nana, pero antes de llegar a ella algo me jaló por el pié, era el, pero no me estaba tocando, al contrario, solo hacía el gesto de hacerlo. 

Yo en ese momento solo pensaba en Elbeth y en como había muerto, sin yo poder hacer nada, la impotencia era incontrolable. Antes de que me pudiera dar cuenta estaba colgando de cabeza, luche unos momentos con la falda de mi camisón que había dejado todo al descubierto, enrojecida, avergonzada y aún sin poder dejar de llorar ceñí la falda a mis piernas con mis brazos.

- tal vez me divierta contigo antes-  dicho esto caí de bruces al suelo, el dolor en mi nuca era fuerte , ya que no me dio tiempo de amortiguar mi caída con los brazos; y sin tocarme me dio la vuelta -causándote algo de dolor-murmuró, para si mismo con esa mirada cínica y desquiciada que no quitaba de su cara.

Seguramente si me hubiese podido ver desde una tercera persona hubiese pensado en algo para defenderme , pero en ese momento solo me hice un ovillo envolviendo mis piernas con mis brazos.

El hombre se acercó hasta quedar a unos pasos de mi, en ese momento la realidad del asunto entró en mi cabeza: habían invadido el reino, los guardias se esfumaron en el aire, mis padres podrían estar muertos y yo seguramente lo estaría pronto, así que esperé que fuese rápido; pero antes de que el se acercara un paso más cayó al suelo tal y como mi nana hace unos momentos.

Asustada miré a los lados buscando quién había hecho eso, pero solo encontré a un muchacho que reconocí enseguida: era Fergus, el hermano mayor de Leoni, quien aveces suplía a Leoni a la hora de entregarme mi yegua.

-majestad, debe acompañarme si no quiere morir-fue lo que dijo extendiéndome la mano, dude por un momento.El debió haberlo notado ya que hizo una mueca de comprensión -se que no tiene razones para creerme, pero dudo que quedarse aquí con Elbeth y  humbra sea una mejor idea que venir conmigo- dijo volviendo a ofrecerme su mano.

-tiene razón- dije decidida y secando mis lagrimas - no tengo razones para confiar en usted, lo conoce, acaba de decir su nombre ¿qué me garantiza que no esta con él?- pregunte sin aceptar su mano, aun extendida.

-piensa princesa, si te quisiera muerta hubiese dejado que terminara él el trabajo -dijo señalando al hombre en el piso- venga pues que no tenemos toda la noche- dijo y por fin acepté su mano y él me ayudo a levantarme-una cosa más- dijo estando yo ya de pie- recoja los libros, me matarían si llego allá sin esos.

Los había olvidado, estaban en el suelo, tirados en el sitio dónde el me levanto en el aire colgando de los pies, debí haberlos soltado para ceñirme la falda... -si señor- dije mecánicamente y me acerqué a ellos y los recogí; pero al subir un poco la mirada, vi a mi nana tirada en el suelo sin vida, como si fuera una muñeca olvidada y mi cabeza se empezó a llenar de recuerdos de todos estos años a su lado. Supongo que no me moví en un largo rato ya que me estremecí ante contacto del hermano mayor de Leoni, quien puso su mano en mi hombro.

-ya es hora de irnos princesa-dijo.

Ya levantada con los libros entre mis brazos me di cuenta de algo muy importante -¿como vamos a salir de aquí?, las escaleras están destrozadas o bloqueadas por tanto escombro-era imposible salir de allí y ahí entre en otro punto importante -¿ como entraste aquí si no fue por la puerta?- a lo que el respondió con una sonrisa y un simple murmuro -ya lo veras-en ese momento me pareció ver el mismo brillo desquiciado que vi en los ojos del otro sujeto.


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