No Puedo Confiar

235 28 31
                                    

Sexto Capítulo

No Puedo Confiar

"La política es el arte de engañar"

Nicolás Maquiavelo

–Luís Carlos llegó a Morelia tal como lo habían previsto, las calles de la ciudad ya las tomaba el ejército, los retenes militares hacían el alto a cada uno de los automóviles que entraban y salían de la ciudad, él observaba todo con desapruebo, era obvio que lo que estaban buscando no lo iban a encontrar ahí, pero querían mantener al pueblo contento, pan y circo para el pueblo, con desagrado llegó hasta el lugar donde sabía que encontraría a su hermano, entró al ministerio público de Morelia, el acceso al lugar fue un poco complicado, pero con sus contactos pudo entrar sin ningún problema, en cuanto puso un pie en el edificio, agradeció que al primero que vio fue a Gerardo, inmediatamente se acercó a él–

– ¿dime que sabes del atentado? –Se saludaron con un apretón de mano y un abrazo–

–Me tenías preocupado –respondió el hombre con sinceridad– pensamos que te había pasado algo

–No, perdón es sólo que tuve un inconveniente –José Roberto se acercaba a su hermano escuchando la conversación–

–Me imagino que ese Inconveniente es rubio ojos verdes y de apellido innombrable en la casa –Luis Carlos suspiró con pesadez– aunque hagas ese gesto –comentó José Roberto sin verlo, pero sabiendo de antemano cuál era su reacción–

– ¿Qué haces aquí? –Preguntó con molestia–

–La pregunta no es que hago yo aquí, sino ¿por qué no estabas tú aquí?

–Lo acabas de decir –José Roberto negó– no quiero ningún comentario respecto a ella

–De verdad que no te entiendo, Mildred no se decide y tú dejas el reportaje de tú vida por ella

–Dime ¿Qué quieres? Porque me dijeron que me andabas buscando –José Roberto lo observó atento–

–Necesito que me ayudes –Luis Carlos le hizo una seña a Gerardo el cuál entendió perfectamente–

–Dime ¿en qué?

–Acompáñame –sin más preámbulo se dirigieron al pequeño cubículo que le habían asignado a José Roberto–



–Roberto observaba el informe que Guillermo le había llevado, ninguno tenía la información que necesitaba, estaba furioso–

–No puedo creer lo imbécil que son –aventó los papeles furioso a su escritorio–

–No entiendo, si la sirvienta asegura que salieron todos juntos, ¿cómo es que el cuerpo de Atenea no aparece?

–No lo sé –se tallaba el rostro con frustración– yo estoy seguro que Atenea no iba con ellos

–Es que cómo puede desaparecer alguien así

–es algo que no me explicó, no ha salido del país, no hay registro en aeropuertos

–Busca registros en las terminales terrestres, checa las fronteras, Atenea tiene que aparecer

–Ya están los registros en las terminales y no las pisó, pensé que a lo mejor en algún taxi pero no hay información, ese camino es poco transitado, no hay posibilidad que alguien la haya sacado, no le hubiera dado tiempo, todos llegamos muy rápido

–Necesito que investigues bien quién aviso a la prensa, a lo mejor por ahí descubrimos si alguien la tiene, necesito que Atenea aparezca ella es pieza importante

SUEÑOS ROTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora