Aria pensó que quizás el destino no quería que se encontrara con Liz, que ese encuentro no se produjera jamás. Pero, de ser así ¿Porqué entonces le ponía la miel en los labios para luego retirársela de un modo tan cruel y doloroso?.
- Menos mal que no creo en el destino - dijo Aria apoyando la mano en el reposabrazos del puente. Intuyendo que, poco tiempo antes estarían las de la Morena en el mismo punto.
Miro hacia los lados y, con apatía y desconsuelo, se hizo a la idea de que no haría mucho tiempo que se habría marchado del lugar pero encontrarla sería una tarea imposible porque aquella ciudad era demasiado grande como para jugarlo todo a una mano: En la vida, como en el poker, no siempre se puede jugar de farol... Y menos con una simple pareja.
Se miró por un instante y se vio con unas pintas deplorables: despeinada, ligeramente sudada, con la rodilla izquierda del pantalón rota, con el maquillaje corrido por la cara... Y más allá de ello, el corazón nuevamente roto...
Buscó el móvil y marcó el número de la empresa. Apartó el pelo con un gesto de cabeza y colocó el auricular en el oído. Esperó a que descolgaran.
- ¿Si?¿Claudia? - preguntó de modo cercano y buscando cerciorarse de la otra persona - Si, perdona, es que hay mucho ruido por aquí - añadió mientras se tapaba el otro oído con la mano libre y fruncía el ceño a modo de intento de escuchar más - No me encuentro muy bien hoy - se disculpó - ¿Puedes cubrirme? - preguntó - Te lo compensaré - Se mordió el labio a modo de símbolo de suerte o más bien de mentira - ¡Gracias!
Automáticamente, después de colgar, volvió a la apatía. Odiaba tener que hacer ese tipo de cosas pero no le quedaban más opciones: Estaba hecha un adefesio y sus sentimientos la llevaban más a romper a llorar que a poder hacer algo de provecho. Debía despejarse, organizar un poco las ideas y seguir adelante.
Caminó en sentido al centro de Madrid. Quizás, rodeada entre la gente, no se sentiría tan sola. Se ayudo de la primera superficie reflectante para adecentar un poco su apariencia y no parecer que acababa de salir de una pelea callejera y, posteriormente, siguió el sendero que marcaban sus pasos.
Contrariamente a lo que había pensado, las calles del centro no estaban tan llenas. Los establecimientos estaban recién abiertos. Algunos, los más perezosos, aún descorrían sonoramente sus verjas dando así pistoletazo de salida a un nuevo día laboral. Los artistas callejeros iban colocando sus artículos laborales para así mostrar al mundo su arte. Quizás, de no haber encontrado ese filón en la música, Liz podría haber acabado como alguno de esos artistas: tocando su música por cuatro monedas en cualquiera de esos lugares.
Rememoró lo poco que sabía de su vida. Nunca habían hablado mucho de lo que, en torno a ella, se movía. Todo había sido demasiado apresurado como para llevar a cabo ese tipo de preguntas "personales".
- Siempre nos faltó tiempo - decía cabizbaja mientras seguía su camino y el reloj de la puerta del sol anunciaba las 10 de la mañana - Y lo que tuvimos no lo supe aprovechar.
Pero pensar en el pasado no haría que el presente fuera diferente. No haría que el dolor se fuera, se perdiese. No haría que las caricias volviera a vivirse o los sentimientos ¿Hace cuánto que no era feliz?
Giró a la izquierda y enfrentó la calle Preciados. Una de las calles más concurrida de la ciudad y que ahora lucía vacía. Y es que la suerte era así de puñetera. Aunque realmente dudaba que la afluencia hubiera hecho que se sintiera de otro modo.
- Hola guapa - escuchó a su alrededor una voz ligeramente aniñada que reclamaba su atención - ¿Tienes un minuto? - unas gafas negras que ocultaban una mirada verde se cruzaron en su rostro.
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Mírame
Storie d'amoreHan pasado algunos meses desde que Aria y Liz separaran sus caminos. En ese tiempo y a raíz de lo sucedido, sus vidas han cambiado por completo. ¿Querrá el destino que sus caminos se crucen de nuevo?