El Último Día

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-¿Cómo es que te enamoraste de mí?

Yesung suspiró y le besó la comisura de sus labios.

-No recuerdo el punto o momento exacto. Cuando quise acordar, ya estabas en mi corazón.

Kyu no pudo evitar sonreir.

El djinn lo tenía loco de amor.

De pronto, sintió que su mirada se oscurecía un poco.

¿Qué pasaría con ellos ahora?

Si bien era verdad que los sentimientos ya estaban puestos sobre la mesa y que algunas de sus dudas habían sido despejadas, el hecho de tener un futuro incierto era algo que le generaba cierta ansiedad.

-No lo sé, Kyu. Por lo menos sé que mi futuro ya no es tan incierto.

-¿A qué te refieres?

-Ahora soy mortal. Un djinn mortal.

El rostro de Kyu se descompuso.

Era verdad. Ahora Yesung ya no tenía el tiempo ilimitado con el que contaba hasta antes de conocerlo. O por lo menos, de enamorarse de él. Llegados a ese punto, se sentía inmensamente culpable.

-No Kyu, por favor, no te culpes. Los sentimientos no se pueden manejar, ni siquiera yo, que soy un genio.

Kyu lo observó, entornando los ojos. Los dedos de Yesung viajaron desde sus sienes hasta su barbilla, trazando un delicado camino sobre su piel. Se estremeció al sentirlo.

¿De verdad no sentía rencor hacia él, que lo había sentenciado a una vida acotada de ahora en más?

-Si Kyu. Es más, te confieso que estaba un poco harto de la inmortalidad. Tener el tiempo sin fin por delante sólo ayudaba a aburrirme en sobremanera. Por eso, cuando te conocí, me fue imposible no inmiscuirme contigo. Eras una fuente inagotable de incertidumbres, y tu cerebro siempre puso en alerta mis determinaciones, por lo que debía batallar para poder mantener aquella fachada de realidad falsa. Ninguna de todas mis víctimas a lo largo de mi tiempo había hecho algo semejante.

-Pero terminé enamorándome de ti, sin saber exactamente lo que eras.

-Si. Terminaste desarrollando el síndrome de estocolmo sin saberlo.

Kyu asintió. Si, se había enamorado de su secuestrador y de quién le absorvía la vida mientras estaba junto a él, sin saberlo. Y, si le daban a elegir, lo preferiría ante cualquier otra cosa, aún si le costaba la vida.

Yesung se acercó y le besó los labios, con un beso suave y casto. Kyu abrió la boca para poder profundizar aquel beso, deseando que aquel momento no acabase jamás. Yesung entendió el gesto e introdujo en blando músculo dentro de su cavidad bucal. Kyuhyun suspiró levemente, dejando que su amante lo llenara de aquella manera.

Se separaron a regañadientes. Kyu sintió de pronto un cansancio infinito, le costaba trabajo fisico mantenerse despierto. ¿Por qué volvía aquel cansancio tan repentinamente? En su estadía en el hospital, no lo había vuelto a sentir.

Vió por el rabillo del ojo cómo el gesto de Yesung se ensombrecía. Curioso, volteó a ver que ocurría.

-Kyu... Ese cansancio es... Mi culpa.

-¿Qué?

Yesung desvió la mirada hacia la ventana y exhaló un profundo suspiro.

-El cansancio que sentiste tanto en la realidad falsa como ahora es producto de tu falta de energía. La que yo mismo consumo.

Kyu quedó observandolo. Acaso eso significaba que...

-En pocos días, quizás un mes, tu mueras, Kyuhyun...

Deseo Estocolmo [2da Temporada] [YeKyu] [+18] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora