ii。

2.9K 344 342
                                    

JeongGuk sale rumbo a París a las siete de la mañana siguiente. YoonGi lo lleva al aeropuerto, de mal humor a esa hora de la mañana.

—Si no hubieras aplastado los sentimientos de TaeHyung yo no estaría haciendo ésto.

—Estoy tratando de no aplastar sus sentimientos —dice JeongGuk, pateando el tablero. YoonGi parece estar a punto de salir de la carretera.

—Si vuelves a patear mi auto, Jeon JeongGuk, te arrojaré al maldito río Han con pesas de plomo en los tobillos para asegurarme de que te ahogues. Es demasiado temprano, no me pongas a prueba.

—¿De dónde sacarás las pesas de plomo? —murmura JeongGuk.

YoonGi le toca la bocina a otro conductor antes de que soltar:

—No sabes lo que guardo en la cajuela —y luego enciende la radio. Unos minutos más tarde, cuando está más despierto, JeongGuk se atreve a apagar el radio y YoonGi exhala, expectante—. ¿Qué pasa, JeongGuk?

—¿Cómo puedo solucionar esto?

—¿Qué hay que solucionar? —cuestiona YoonGi—. Sólo dale un poco de espacio. Es TaeHyung. Está completamente enamorado de ti, como ese perro de Up o algo así, y nunca renunciaría a tu amistad por algo como esto.

—No viste su cara —dice JeongGuk—. Era...

—En realidad lo hice, la vi —dice YoonGi—. Jin y yo pasamos la noche en su departamento. Llevamos sacos de dormir y soju. Jin y yo dijimos un montón de mierda sobre ti, pero TaeHyung es, como sabes, tu mayor fan.

El soju explica la mayor parte del estado de ánimo de YoonGi. Sin embargo, está contento de que TaeHyung haya tenido a alguien con quien hablar. JeongGuk había pasado la noche solo, con la cara enterrada en la almohada, tratando de olvidar el brillo húmedo en los ojos de TaeHyung. También había revisado su teléfono, pero TaeHyung no le había enviado mensajes de texto, ni siquiera a las dos de la madrugada, que es cuando, por lo general, le envía mensajes tontos y lúcidos sobre algún nuevo artista de rock que encontró en una de sus búsquedas nocturnas en foros.

Se frota las manos en los jeans y mira por la ventana.

—¿Crees que soy cruel?

—No corresponder los sentimientos de alguien no es cruel, JeongGuk. Nadie te culpa por eso, ni siquiera TaeHyung. En especial, TaeHyung —YoonGi lo mira.

—Entonces, ¿por qué siento como si hubiera sido cruel?

YoonGi parece pensar en eso cuidadosamente con expresión cautelosa, como si estuviera intentando ser menos contundente de lo habitual.

—¿Honestamente?

—Sí —afirma JeongGuk—, honestamente. —Se prepara a sí mismo.

—Cruel no es la palabra que usaría —YoonGi se inclina hacia atrás, manteniendo los ojos en la carretera—. Creo que, como te preocupas tanto por él, no te gusta la culpa que conlleva saber que lo lastimaste, incluso si no fue tu culpa.

—Sí. —Parpadea—. ¿Eso tiene sentido? —Tiene sentido, pero JeongGuk no está seguro de cómo eso explica el complicado lío en su interior.

—¿Lo tiene? —YoonGi lame su labio inferior, como dudando—. ¿Puedo hacerte una pregunta personal?

—¿Me vas a arrojar al río Han si digo que no? —pregunta JeongGuk tratando de reír sin éxito alguno.

—Sabes que estás usando la bufanda que TaeHyung te dio, ¿verdad? La has estado usando todos los días.

The heart where I have roots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora