Parte 4

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No resultó complicado embarcarse. Siempre había hueco para un par de fuertes brazos. Y él sabía lo que era trabajar como un esclavo. Demasiado bien lo sabía. Aquello no podía resultar peor. Otro asunto sería lo que hiciera su cerebro con los recuerdos. Antes de zarpar, por un instante fugaz, sintió el impulso de regresar y hacerlo: herirla, obligarle a sentir el mismo peso horrible en los pulmones, apretar sus dedos alrededor de su cuello y esperar a que el aire dejase de pasar por su garganta... su precioso cuello... De repente pensó que jamás podría hacer daño a ningún centímetro de aquella sedosa y pura piel, que algo superior a él se lo prohibía. Después de todo, sería como matar a su reflejo en un espejo, como suicidarse, y esa idea no se le había pasado por la cabeza durante tantos días de caminata.

Retorno a Cumbres BorrascosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora