Parte 5

83 3 0
                                    

Para una mente poco intelectual, no resultaba fácil elaborar un discurso coherente, de manera que siguió saltando de pensamiento en pensamiento. Estaba comenzando al fin a moverse dentro del barco, lejos y más lejos del único hogar que había conocido jamás. ¿Y qué importaba? Ella iba a irse, pensaba abandonarlo sin remordimiento, para dejarlo morir de dolor. El hogar -su hogar, por inhóspito que fuese con aquel tirano de Hindley-, se haría trizas. Tendría que vivir como un animal a partir de entonces, bebiendo agua de lluvia y comiendo fango si era necesario. Nada de eso importaba, así era como se las había apañado siempre, no era nada más que un animal, un salvaje, un ser inhumano, pero SU animal después de todo. Y no sería el animal de ninguna otra mujer, lo tenía bien claro.

Retorno a Cumbres BorrascosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora