Unterschiede

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Coloco el último plato en el lavavajillas y me dedico a organizar un poco la cocina. Cada cierto tiempo le hago una limpieza profunda, no es que esté tan sucia para que la confundan con un cuchitril, pero un lugar en donde se manipulen alimentos, todo debe de resplandecer.

Le aplico un poco de desgrasante natural que yo misma hice a la estufa y al extractor, solo tuve que mezclar un poco de agua, alcohol antiséptico, zumo de limón y dos cucharadas soperas de bicarbonato de sodio y listo. Antes usaba uno de uso industrial, por poco pierdo la piel; aparte de que este me causaba mucha irritación y en más de una ocasión me causó fuertes dolores de cabeza. Gracias a Dios que escuché los consejos por parte de Luccas, con relación a limpiar con productos orgánicos.

Abro la gaveta en donde guardo los paños de limpieza, también tomo una esponja para quitar el polvo a los estantes de vidrio. Esta receta también me la dio Luccas; solo remojo la esponjilla en una cubeta con agua y le retiro el exceso de líquido, para pasarla con un poco de cemento blanco. Esto lo hago con sumo cuidado para no rayar las vidrieras. Después, tomo un paño húmedo y uno seco. Estas actividades me mantienen ocupada por un buen rato. Trato de concentrarme y así evito pensar en los últimos acontecimientos de mi vida.

Siento que mi vida se ha convertido en una montaña rusa. Por un lado, Wrathly se fue hace una semana, siete días en total. Días en los cuales no he sabido dónde anda de él. Esto me tiene mal, anoche lloré como un río hasta quedarme dormida. Creí que lo primero que haría sería llamarme desde que llegara a Alemania, no lo hizo y no sé por qué. Traté de permanecer despierta esa primera noche, con la esperanza de que escucharía el timbrazo de una llamada entrante o de un mensaje de voz.

Cuando me desperté al día siguiente de su partida, sentía una mezcla de tristeza corriendo por mis venas, aparte de tener unos ojos inyectados de sangre y el cuerpo pesado. Ni siquiera un baño con agua fría sirvió para despertar a mi organismo de su letargo.

Me pasé todo el pendiente del teléfono. Claro está, recibí varias llamadas, pero no de la persona que quería. Observé cómo las agujas del reloj giraban sin piedad, y sin darme cuenta, volvió a oscurecer.

Cuando mi reloj marcó las once de la noche, la decepción, la tristeza y la ira se apoderaron de mí. Busqué en la página en línea de la aerolínea si había pasado algo en el vuelo que tomó; pude comprobar que llegó bien. Entonces pensé que, tal vez, le ocurrió algo camino a su casa. Con ese pensamiento girando como un torbellino en mi mente, busqué en los noticieros digitales si se reportó algún accidente. Sé que Wrathly es medio o por completo rico, así que, si le hubiera sucedido algo, sería una noticia que no pasaría desapercibida en su país. Cuando me cansé de buscar sin éxito alguno, llegué a la conclusión de que Wrathly no llamaba porque así lo ha querido. Y con esta revelación, comprobé que mi peor miedo se realizó.

Sin embargo, la luz tenue de la esperanza me obligó a que esperara un poco más, a que no me diera por vencida; solo pasaron dos días y lo más seguro es que me llamaría en cuanto pudiera. Con ese pensamiento, me quedé dormida. Al despertar, lo primero que hice fue comprobar si tenía llamadas perdidas, una vez más, la decepción casi acaba conmigo. El resentimiento sustituyó a la tristeza.

Y, por primera vez, sentí que odiaba a una persona. ¿Qué le impedía hacerme una llamada? Lo que es peor, ¿por qué permito que esto me afecte de esta forma? Tomé una respiración profunda e hice lo primero que me vino a la mente. No lo pensé demasiado, me cambié de ropa y salí a correr un poco. Ni siquiera caminé dos cuadras cuando vi a una pareja de esposos despedirse con un apasionado beso, para irse cada uno a sus respectivos trabajos. Tragué en seco, pero seguí. S lo lejos pude divisar a una pareja ya entrada en edad, caminar tomados de la mano con una sonrisa.

Soldat Donde viven las historias. Descúbrelo ahora