Capitulo 7

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Los pasillo de la universidad se hacen eternos y la gran cantidad de alumnos es sofocante. La compañía de Ino mitiga ese fastidio.

Había pasado una semana desde aquella noche y debo confesar que me está costando un poco olvidar todo lo que paso. Pensarlo me molesta tanto porque no merece estar en mis pensamientos, fue un cliente más y solo eso, además de que es un patán miserable.

—¿Estas enojada por algo?—volteo a ver a mi mejor amiga—. Cuando te vas en tus viejes astrales frunces el ceño. ¿En qué piensas? Llevas así días Saku.

—No me he sentido bien. Estoy agotada.

No temía tiempo para mí, estaba obligada a atender mi casa, a mi hermano menor, conservar dos trabajo sin mencionar que debía tener buenas notas para no perder la beca. No sé cómo he sobrevivido al estrés que todo eso me genera. Y posiblemente todo esos deberes ya me estén cobrando factura.

A veces Tengo miedo de colapsar por todo esto, pero siempre me recuerdo y me obligo a mantener la calma. Debo ser fuerte por todos.

Al salir de la universidad el frio de nuevo atacaba todo de mí. Sin pensarlo me aferro a la bufanda de ese ser miserable. Aún conserva su aroma. Cubro mi cara muy bien y comienzo a caminar junto a mi amiga. Al salir del campus un auto espera por ella y ahí nos despedimos.

Ino siempre ofrece llevarme a casa, pero ese no es mi destino así que rechazo esa oferta y camino sola en la acera y acompañada de los ruidos de los automóviles.

Camine rodeada por el frio y el aire gélido, mirando la lista del super y haciendo cuentas en mi mente para que el dinero me alcance. Priorice los alimentos que Daichi más disfruta, también artículos de higiene personal. No alcanzaría para todo.

El dinero que gane esa noche se consumió tan rápido, el tratamiento de Daichi fluía bien, pero los costos subían cada vez más. No quería hacerlo de nuevo, pero me vendería otra vez. Pude respirar tranquila porque el dinero alcanzo por primera vez, pero el dinero no es eterno y no aparece en mi cuenta de banco por sí solo, debo trabajar y venderme, aunque no me guste.

Mis ojos se quisieron humedecer ante la impotencia que sentía. Parpade rápido no olvidando mi destino.

Lo había pensado, si las cosas se apretaban tanto tendría que dejar la universidad y conseguir otro trabajo, hablaría con el dueño de la cafetería y rogaria para que redujera mis horas un poco más. No sé si lo pueda lograr, lo único que sé, es que no pensaba rendirme, hasta mi último aliento haría lo que fuera por mi hermano.

Me detuve en la acera y exhalé hondo.

Miré para ambos lado y estaba despejado el panorama.

Una ráfaga de viento arrebato de mis manos la lista del super que tanto necesitaba. La vi caer en medio de la carretera y rápidamente corrí para levantarla.

Ese era el plan cuando de la nada sentí como una mano grande jalo de mi brazo siendo brusco. Mi cabello se movió fuerte y el sonido de varios claxon me confundieron. Caigo al suelo con unas manos rodeándome por la espalda. El impacto no dolió, pero si fue molesto.

—¿Estas bien?—escuche una voz masculina detrás de mí.

Aloja su agarre y muevo para míralo a la cara. además de que observo a mi alrededor aun confundida.

El tipo me sigue mirando, de la nada sonríe achicando sus ojos negros. Continuaba atónita y no correspondí a esa sonrisa cautivadora.

—¿Estas bien?—preguntó de nuevo—te veo confundida.

Eres la única excepción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora