Flower tattoo

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(kiribaku)


Mitsuki y Masuru bakugou siempre han tenido dones para la floristería. El buen ojo de Masuru con los colores y la rigurosidad de Mitsuki con el cuidado de las plantas los convirtieron en un dúo ideal en la venta de flores.

Flowers Paradise es un establecimiento en auge. Cientos de clientes les visitan semanalmente con el fin de realizar encargos de todo tipo: arreglos de bodas, bautizos, cumpleaños o algún simple enamorado en busca del obsequio ideal para su pareja. Por tal motivo el escaso personal de dos personas resultaba insuficiente para el negocio, necesitaban ampliarse y contratar empleados, sin embargo el sueldo les quedaba corto al momento de pagarle a alguien más.

Dadas las circunstancias no quedaba de otra más que poner a un amargado rubio cenizo al cuidado de la tienda o al servicio de los clientes. Masuru temía que Katsuki malograse sus arreglos y Mitsuki desconfiaba de la capacidad de su hijo para atraer personas a la tienda. Con resentimiento en sus corazones, pero con una agenda muy apretada, decidieron inmiscuir a su amargado hijo en el negocio.

-No quiero.- Katsuki vestía un delantal de color verde pino junto con el diseño de un lirio en el centro. Refunfuñando como siempre, mantenía los brazos cruzados sobre su pecho y el ceño fruncido.

-No te estoy preguntando si quieres. Te vas a quedar aquí y vas a atender a cualquiera que le de la puta gana de venir ¿me has entendido pequeña mierda?-Mitsuki hablaba de forma soez pero firme, sin derecho a replicas en su tono de voz.

-Vamos, seguro lo harás bien. En tu puesto de trabajo conocerás a otras personas con las que tal vez puedas forjar una amistad- Masuru había hecho su aparición en el marco de la puerta de madera, limpiándose las manos llenas de tierra con un trapo desteñido; su sonrisa siempre tranquilizadora intentaba darle ánimos a adolescente hijo.

-Les voy a dejar sin clientes.- dijo bakugou, no con preocupación ni con pena, sino con determinación y firmeza, como si fuese su meta a cumplir para que sus padres le dejen en paz. Si alguno de sus compañeros del colegio le veía en esa estúpida tienda vendiendo flores se acabaría para siempre su reputación de chico malo.

Esos eran muchos años de verdadero esfuerzo que no echaría a perder por la tacañería de su madre y la ineficiencia de su padre para contratar a un simple empleado.

-Pequeña mierda... intenta sabotearnos y te quedaras sin tus caprichos.- Mitsuki sentía una vena latiendo en su sien y no pudo evitar levantar su puño para golpear a su malagradecido hijo en la cabeza. Ignorando las groserías de su "retoño" se dirigió hacia su esposo para adentrarse en el invernadero, no sin antes cambiar el letrero de la puerta de "cerrado" a "abierto"- Compórtate y se educado.

Su madre cerró la puerta y se fue junto con su padre para terminar un ramo de rosas azules que tenían como encargo desde hace un tiempo. Bakugou al quedarse solo frente a la caja registradora soltó un suspiro cansino. En estos momentos el podría estar durmiendo o jugando videojuegos, no sentado en una silla alta viendo las paredes de cristal, esperando a que algún tonto entrase por esa puerta.

Bakugou nunca le vio la importancia a las flores o a los arreglos que hacían sus padres. Qué necesidad había de dar como obsequio algo que ya estaba muerto y que pronto entraría en descomposición.

Dejó reposar su cabeza entre sus manos, entornando su mirada hacia ningún punto en específico. Notando como los rayos del sol se cuelan en los cristales, iluminando el recinto de madera, dándole a todo un toque de fantasía con los hermosos arreglos florales de su padre exhibidos en la entrada. El aire acondicionado dentro del lugar le daba tranquilidad y el silencio perpetuo le estaba provocando sueño. Es un pecado despertar a un adolescente un domingo por la mañana. Katsuki sentía sus parpados pesados y sus rosados belfos dejaban escapar suaves suspiros, estaba por quedarse dormido.

Love Bakugou KatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora