Capítulo 01

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|Bienvenido|

¡¡¡Cuidado!!!

Aquella fue su última palabra que salió de aquellos labios desesperados, dicha en vida. Luego de ello, vio como aquella chica que estaba en medio de la calle, caía con éxito hacia la otra acera, notando aquellos ojos asustados mirarle con admiración, formulando un gracias de manera inaudible, pero que de todas maneras, él a tiempo lo descubrió.

Había valido la pena arriesgarse, había valido la pena rescatarla.

No pasó un solo segundo para que aquellas enormes dos luces que tenía enfrente le cegara la vista esmeralda por completo para luego, caer muerto.

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Pudo sentir cómo su cuerpo se adormecia de manera instantánea y caía, provocando un enorme estruendo y un horrible sonido en aquel camión, que frenó con desespero, sin poder evitar pasar toda aquella maquinaria pesada por aquella figura nívea, ahora aplastada.

Veía su propia sangre derramada por doquier en aquel pavimento frío y sucio. Su muerte había llegado tan rápido que aún pensaba que estaba vivo, encerrado en aquella pesadilla.

 Su muerte había llegado tan rápido que aún pensaba que estaba vivo, encerrado en aquella pesadilla

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Está muerto. —formuló uno de los paramédicos que estaba acuclillado frente a su cuerpo bañado en carmín, junto a sus entrañas esparcidas por doquier.

—Pobre chico… aún si murió como un héroe, él no merecía este tipo de muerte. —formuló otro observando con tristeza sus ojos esmeraldas abiertos, sin luz de vida.

—Yo… no puedo estar muerto. —formuló Izuku con su voz quebrada, pisando sus órganos sin que se diese cuenta. Aquel pie resbaladizo y sanguinario fue motivo suficiente para su desespero, estaba pisando su corazón aún caliente.

Entonces comenzó a gritar, desesperado y asqueado. — ¡Alguien por favor, ayúdeme! —exclamaba con desesperación mientras hacía el inútil intento de regresar a su cuerpo sangriento sin éxito alguno.

— ¡Alguien, alguien! —exclamaba observando a todas las personas que tenían su mirada sorprendida, triste y algunas asqueadas. Negó con desespero. — ¡No me miren, no miren mi interior! —exclamaba al borde de la locura, haciendo el inútil intento de recoger sus órganos con cuidado, sin poder tocarlos siquiera.

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Todos ignoraban sus gritos ahogados en desesperación.

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