Primera parte: El mensaje.

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"Un grupo de científicos ha emprendido el primer viaje interestelar a los planetas que orbitan TRAPPIST-1. Su misión: encontrar el nuevo mundo que dará cobijo a la humanidad.

Sin embargo, cuando están a punto de llegar, reciben un mensaje salido de uno de los planetas de aquel sistema, el cual los ha dejado sorprendidos."

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T-20 horas.

Constituía un placer culposo imaginarse surcando los cielos. Le encantaba la sensación de flotar ingrávido por toda el área cual mota de polvo, permitiéndose olvidar por un momento su edad y cargo en aquella nave que suponía la esperanza de un mundo sumido en desgracias.

Lo cierto era que, aunque tuviera que controlarse a sí mismo, Miguel Roderas estaba emocionado y pensaba que todos sus compañeros deberían estarlo, pues esa sería la primera misión de la historia en arribar a uno de los planetas que circundaban TRAPPIST-1, pero sus compañeros se veían más bien aburridos, lo que él atribuía a su nacionalidad.

"Tal vez todos los soviéticos son así", pensó, dado que, aunque había cien personas habitando La Flecha, el selecto grupo de investigadores estaba conformado, en su mayoría, por soviéticos. De los veinte investigadores de la nave, catorce eran de la República Democrática Soviética, cinco de la Unión de Estados Eúricos, y solo él de la Mancomunidad Latírica; lo que aseguraba la representación de los tres continentes habitables de la Tierra, según el presidente de la NASA.

A pesar de ser el único de la Mancomunidad y el más joven e inexperto de la misión, Miguel sí tenía razones de sobra para estar emocionado; su primera misión a bordo de una nave espacial sería histórica y, si todo salía bien, lograrían salvar a la humanidad. Recordó su vida antes de recibir el llamado, siempre nadando entre libros e investigaciones publicadas, llegando más a fondo de lo que cualquiera había llegado con respecto a su área de especialidad, química molecular de frutos espaciales, y recibiendo la invitación a unirse a la misión por ser capaz de llegar al lugar de colisión de asteroides incluso antes que estos entraran a la atmosfera terrestre.

—Rod, aterrice y deje de flotar por ahí, tenemos que hablar con el grupo. —El líder de los soviéticos, Andrey Pávlov, lo sacó de su ensoñación. Lo condujo a la sala de reuniones, en donde el resto de integrantes aguardaban en silencio, y se plantó junto a él y la líder de los eúricos, Aglaia Katsaros, para hacer frente a la congregación—. Compañeros, estamos a solo veinte horas de aterrizar en el planeta TRAPPIST-1f, en lo que será la más grande hazaña interestelar desde que el hombre pisó la Luna. He de mencionar que estoy muy complacido con lo que hemos logrado estos últimos meses como tripulación, como equipo de trabajo y como amigos.

Andrey, astrofísico e ingeniero aeronáutico, continuó con su discurso lleno de orgullo por un minuto más, para darle paso a las palabras de Aglaia Katsaros. La doctora en física molecular y experta en agujeros de gusano, se explayó en cómo la tecnología había permitido aprovechar el estrechamiento espacio-tiempo de Prusaian, el agujero negro que redujo el tiempo de viaje a un cuarto del original; cuando hablaba, sus ojos se iluminaban con una intensidad que daría envidia a la supernova más brillante.

(In) AnsibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora