Engañando a la vida U.W. Cys

Eres una deshonra

Son la 1:06 de la tarde y es tanto; literal como figurado, un día gris para Galena, no solo está angustiada por el misterio de la desaparición de su historia, sino que ahora además debía ir personalmente a reunirse con su editor, para tratar de averiguar que había sucedido.

Este hombre de mirada fulminante, actitud tosca y con un diccionario personal grabado en su interior, que por alguna razón no poseía, ni si quiera la mas mínima referencia a la palabra paciencia. Podrías pensar que este era el motivo de su angustia, después de todo... ¿Quién quiere tratar en persona con alguien así? si ya de por si es una molestia tratarlo por chat, frente a frente debe ser insufrible.

Sin embargo el verdadero problema no era el aparentemente funesto encuentro con el editor, el problema radicaba en el camino que debía recorrer hasta su oficina, las calles de Jakarta ubicada en la isla de Java-Indonesia, siempre están repletas de transeúntes, de todas edades y condiciones socioeconómicas, con una población de 10.1 millones de habitantes sumando 3 millones en su área metropolitana, también conocida como Jabodetabek (acrónimo para Jakarta, Bogor, Depok, Tangerang y Bekasi) sin contar con los turistas, tanto extranjeros como domésticos pertenecientes a otras partes de la isla.

Tal aglomeración de gente, con distintas edades, religiones, ideales políticos, idiomas, problemas domésticos etc. son una pesadilla viviente cuando tomamos en cuenta la particular condición de nuestra ansiosa periodista, quien a la corta edad de 6 años fue erróneamente diagnosticada con trastorno bipolar.

Siendo que a sus 19 años entendió que lo que en realidad ocurría con ella, era que al entrar en contacto con la piel de otro ser vivo, era muy perceptible a sus emociones y en algunos casos a sus pensamientos. En ocasiones esta sensación podía llegar a ser tan intensa, que lo que percibía se mezclaba con sus propios sentimientos, de tal forma que ya no distinguía a quién pertenecía cada sensación.

La sola idea de encontrase caminando por una vereda repleta de gente y tener la mala suerte de rozar la piel de algún pervertido sexual, que fantasea con adultos mayores, disfrazados de ponys arcoíris o con alguna trabajadora de local de comidas rápidas, que está seriamente pensando en asesinar a quién sea que llegue a su mostrador, con cara de retrasado mental, con la mirada por completo fija en el menú , fingiendo durante 5 minutos que está pensando qué comprar, para a final de cuentas preguntar cuánto cuesta cada cosa y qué incluye el combo. Estas ideas le ponían los pelos de punta.

Sin embargo, hace años que se había resuelto a no perder ante sus temores, por muy grandes y comprensibles que fueran.

Tomó un corto baño y se vistió con el que pensó, sería el atuendo que más protección le iba a proporcionar, skinny jeans negros, una blusa gris suelta y una chaqueta verde olivo, de tela gruesa y estilo militar, completado con un hermoso par de guantes de cuero color turquesa, su color favorito. Y salió de su modesto departamento ubicado en Kota Tua, un barrio viejo de la ciudad.

Era indiscutible que de camino a la torre BCA; donde vive el editor, pasaría por el café Batavia, un lugar antiguo, muy pintoresco y agradable, con ventanas rústicas en su mitad superior y vitrales grandes en la mitad inferior, que permiten a sus comensales, disfrutar una hermosa vista del exterior, y a los transeúntes los invita a pasar adentro, con su decoración de fotos antiguas, amoblado de madera y mezcla de iluminación, compuesta de entre lámparas colgantes de cristal y lámparas con paneles, todas con bombillas incandescentes amarillas, acompañados de música en vivo y un menú exquisito, mezcla de platos locales e internacionales.

Completan el perfecto ambiente hogareño de los años 1837, año en el cuál fue inaugurado.

Es sin duda uno de los lugares favoritos de Galena, el solo verlo le ayudaba a tranquilizarse un poco para poder seguir adelante de frente a su situación.