Introducción

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Ella necesitaba a alguien para desahogarse.

Y yo estuve ahí.

Ella necesitaba buenos consejos.

Y yo se los di.

Ella necesitaba a alguien que la consolara.

Y yo lo hice.

Ella necesitaba a alguien que la abrazara.

Y yo le brinde mis brazos.

Un día yo necesite que me escucharan.

Pero ella no sabía escuchar.

Un día yo necesité un buen consejo.

Pero ella no supo qué decir.

Un día necesité consuelo.

Pero ella no tenía tiempo.

Un día necesité un abrazo.

Pero ya no me molesté en ir a pedírselo.


-Z. L. Cardenas.




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