El Pequeño Ser Triste

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Había una vez un pequeño ser, triste, encerrado en una jaula.
El no podía hablar, porque no sabía.
El no podía huir, porque no sabía.
Por eso, día tras día, se quedaba ahí sentado, sin hacer nada.
Y por eso, noche tras noche, se quedaba ahí sentado, y solo podía brillar.
Para el brillar era una forma de sacar todos sus pensamientos.
Para el brillar era su manera de decirle al mundo que el estaba ahí.
Pero seguía triste, porque nadie le oía, nadie le veía brillar.

Mano negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora