Hace tiempo, en un universo alternativo, una pequeña adolescente escuchaba su música favorita.
Era un buen día, había sacado buenas notas y su madre le había dado galletas.Salió a su ventanal, absorta en sus pensamientos. La brisa le acariciaba dulcemente la cara, susurrandole al oído los secretos de toda su ciudad. Que lastima que ella no entendiera.
La brisa, aburrida, iba contando las pequeñas declaraciones y los más suaves susurros. Lo declaraba todo con exaltación, exasperada por nunca ser escuchada. O al menos nunca lo habían hecho.
Pero nuestra pequeña muchacha había nacido con un don. Al susurrarle la brisa sus mejores melodías, ella sonrió. Y con un pequeño aliento respondió a todos los años de soledad de la pequeña brisa. Amigablemente, la muchacha y la brisa mantuvieron una conversación. El pelo de la chica se agitaba con la risa de la brisa.
La pequeña muchacha llegó a una conclusión: Se había enamorado de la brisa.
Asi que como una amante enamorada tomó una gran iniciativa y saltó de su balcón, abrazando a la brisa por última o primera vez.