Capítulo dos.

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                                                             Josh.

Me dirigí hacia la pizarra apretando mis párpados, escuché algunos susurros sobre mi vestimenta o aspecto físico, y muchos otros que conversaba sobre las estrictas creencias religiosas que me implantaba mi familia. 

—Bien, Francechi, copia esta ecuación y después hazla —el profesor se aclaró la garganta para, posteriormente, crear nerviosismo en mi cuerpo—. Esta nota te podrá bajar o subir la del examen.

Giré mi cuerpo hacia el encerado y agarre una tiza, notando un ligero temblor en mi dedos. Respiré hondo. Me posicione correctamente, copiando lo narrado y mirándolo por unos momentos antes de intentar encontrar la solución correcta.

Entre las docenas de voces de la clase, escuche claramente una que hizo que perdiera mi atención y deslizara la tiza, descendiendo por la pizarra, dejando un rastro blanquecino en ésta: "—He escuchado que Josh es gay, y que por eso su padre le ha agredido varias veces. Si no me creen mírenle el cuello, tiene un moretón..."

Mi corazón se aceleró con nerviosismo. Oí una silla retrocediendo. La voz de Oliver me preguntó mi estado, mientras el profesor le pedía volvera su asiento. Apoyé mis brazos en la pizarra, sintiendo un profundo mal estar. ¿Cómo es posible que supieran eso? Procuré guardar mi homosexualidad en una carcel, entre barrones plateados y una oscuridad intensa, y así, no ser capaz de sentirla cercana.

Oliver colocó su mano en mi hombro y me volvió a cuestionar por mi estado. Volví mi mirada hacia él; aquellos círculos caramelo, aquellas medias lunes azulinas bajo su mirada o su tez pálida, calmó mis pensamientos ligeramente. 

—Por favor, buscaos un motel —comentaron divertidos, produciendo divertidas carcajadas que hirieron una parte oculta de mi personalidad.

—El resultado es correcto —soltó el profesor, apuntando una nota positiba en su libreta.

Anduve junto a Oliver hasta medio pasillo. La ronca y madura voz del hombre volvió a resonar por el aula, y ambos nos volvimos lentamente. Señaló serio a Oliver, pidiéndole posteriormente que retrocediera sobre sus pasos para poder tomar nota de su coeficiente intelectural.

Posé mi peso en la silla, dirigí una mirada por la clase y, finalmente, la fijé en Oliver —pero no exactamente en su trasero—.

Transcurrieron veinte minutos. La nota de Oliver bajaría en el próximo examen cinco decimas por su inadecuada solución, además de su comportamiento. La primera clase finalizó, y para la próxima, solo nos permitían cinco minutos para trasladarnos. 

Anduve hacia la puerta para salir; sentí una mano zafándome al interior de la clase. La puerta de cerró, y por el pequeño rectángulo de la puerta, logré ver a Kellin y Vic sonrientes de su trabajo. Suspiré nervioso.

—¿Qué cojones ha pasado ahí, Josh? —me cuestionó enojado Oliver, volviéndome con fuerza y consiguiendo que mi material se derramara por el suelo.

Admiré toda la clase: las persianas estaban a medio bajar y habían cerrado con llave. Vic y Kellin habían logrado que después de esto me vengara felozmente la noche de la fiesta...aunque retrocediendo en mis palabras, mi soberbia es un pecado grave.

—Respóndeme —volvió a hablarme Oliver, devolviéndome a la realidad.

Le miré fijamente con dificultad. La luz era escasa y nuestros cuerpos se encontraban a pocos centímetros. Lograba sentir su respiración cercana a la mía, su corazón palpitando tranquilamente y su brazo aligerando su agarre para evitar una marca rojiza en el mío.

sex appeal ☹ fransykesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora