De todas las maneras posibles, ninguna me aventuraba a marcharme.
Había muchos años en todo lo que habíamos construido. Muchos llantos. Mucha compañía solapada.Aquella tarde como de costumbre, reviso los bolsillos del pantalón de Fredy para lavarlos. Nunca había nada importante, más que su lápiz desgastado y monedas sin valor.
Pero ese día, fue diferente. Encontré una servilleta de algún bar de turno. Mal doblada, con pliegues insinuantes y letra delicada. Decía "te amo".
Por un segundo mi corazón tomó forma de león enfurecido, luego medité las tantas noches y noches que estábamos ajenos, distantes, nos damos la espalda y la triste indiferencia nos devora con su perpetuo silencio.
Respiré profundo, como queriendo desvelar aquella declaración. Pensé que se trataba de un intento de querer acercarse a mí, pero esa no era su letra.
Entonces decidí esperarlo, hacerle un escándalo que justificara por fin, mi decisión de dejarlo todo. Pasaron por mi cabeza todas las veces que habíamos querido salvar la relación.
Después, la impotencia de no haber tomado las riendas de mi vida ántes.
Fui danzando desde la humillación, hasta el dolor más profundo.
Tuve celos, el ego herido que estaba estorcionándome el alma.
Quería odiarlos. Descubrirlos juntos en una cama de hotel barato. Así, ya no haría falta excusas para quedarme. Y esa culpa se podía ir desdibujando a saldos.
Observé el papel de todos los ángulos posibles, ese "te amo" era la puerta a mi libertad, pero también a la de ellos.
¿Ellos?...
Una extraña sensación de hostilidad me robó el juicio.
Él, a sabiendas de nuestro intento de reconstruir la ruina de nuestro matrimonio, estaba amando a otra.
Una furia incontenible me recorrió el cuerpo, fui a su armario, y arrojé toda su ropa al suelo.
El impulso de mi rabia me hizo llorar.
Armé mi maleta, puse en ella lo que apenas cabía, incluso mi vergüenza.Lo oí entrar. Soltó las llaves en el mueble de la entrada, entró en el dormitorio, anonadado se quedó callado, viendo la triste escena que prometí hacerle...
Cuando lo miré a los ojos, toda su ingenuidad parecía haberle robado su atino a decir palabra.
No reaccionó a la defensiva.
No reaccionó con astucia.
Asustado,exclamó que era todo ese escándalo.
Le tiré la servilleta arrugada por la fuerza de mis puños.
Le reclamé todo tipo de explicación.
Él, no dejaba de mirarme...
Se puso las manos a la cabeza.
¡Me dijo son mis recuerdos!
- Fue tu declaración de amor.Todos esos años retrocedieron en mi memoria.
¡Ese te amo lo había escrito yo!
Apenas nos estábamos conociendo.
No lo recordaba...
Fui torpe, una loca arrebatada.
Lloré como pocas veces lo hice.
No se si por culpable o por idiota.
Igual nuestra relación tenía que acabar.
Tal vez ya no me servía esa dolorosa situación de la infidelidad.
Quizás ya nada cabía reprochar.
Me acosté para que el mundo me hiciera un hueco en la similitud de las mantas. No quería asomar la nariz.
Quería quedarme cubierta muchos días, y cuando destapara, algo, hubiera cambiado.Pasaron varios meses hasta separarnos.
No hubo excusas.
Ni amantes.
Ni siquiera reproches.
Ahora las soledades de ambos nos llevaría a buscar nuevas vidas....Y así fue como una vez decidí empezar otra vez.
Tuve muchos simulacros antes de que todo fuera real.Hoy salí de prisa.
Tomé el tren, casi con la lluvia a cuestas.
Me percaté a lo lejos pero indudablemente, era Fredy . Me alegré verle, como pude y sorteando codasosy espacios, me fui acercando.
Estaba acompañado de una mujer que me resultaba conocida.
Se besaron.
Supe inmediatamente que no era buena idea acercarme para saludarlo.
Me camuflé entre la gente.
Y seguí pensando de donde diablos conocía a esa mujer.
Cuando llegué a casa, observé entre mis cosas, varias fotos de nuestra boda. Comenzé a sacar todos los álbunes, hice mi propia feria de recuerdos.
Viendo fotos, reaccioné súbitamente.
¡Aquella mujer era su secretaria!
La dueña del protagonismo de tantas discusiones entre él y yo.Y toda esa culpa se fue aliviando.
Y pensé...
Debería haber tomado mucho antes la decisión.
Porque el tiempo desconoce el valor de los sacrificios...
El "tiempo" pasa sigiloso.
Con mentiras y miserias a cuestas.Hice una hoguera y quemé todas esas fotos.
Había llegado el día de volver a empezar.Y me puse tacones esta vez para tomar el tren.
Solté mi cabello.
Pinté mis labios.
Tomé aire.
Y descubrí que había olvidado sonreir.Ese día y nunca más volví a verles.

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Once Relatos.
Ngẫu nhiênOnce Relatos Cortos. Once vidas. Cualquier similitud con la realidad... Es pura coincidencia.