Se vistió de prisa. Como queriendo ganarle al tiempo... Le habían prometido que la recogerán sobre las once. Prefirió desayunar en el salón, a la vista de sus enormes jardines. Le trajeron el café, el zumo natural de naranja, las galletas horneadas, las uvas, y el pan de centeno.
Cada día era más que predecible. Su fortuna la había convertido en una mujer autómata. Después, se iría a su empresa, daría un breve discurso a sus inversores, revisará las ganancias en bolsa, también las pérdidas... A las dos, se reuniría con su esposo en el mismo restaurante de siempre para degustar su plato favorito.
Se había transformado en una mujer de infinitos caprichos. Uno "especialmente".
Tenía una obsesión incesante con un nuevo empleado de su mansión. Algo menor que ella, de tez oscura, de cuerpo joven y esbelto. Él se encargaba de hacer limpieza después que los jardineros hicieran desmantelar los árboles. Su trabajo era acondicionar las piscinas. Y dejar esbelto los espacios verdes.
Ella lo observaba cada mañana desde su habitación. Soñaba con hacer desaparecer a toda la servidumbre e invitar a aquel muchacho a un buen sabor de alcoba.Cierto día, tomó la decisión de mandarlo a buscar. Lo hicieron subir a un despacho que olía a mármol y a dinero. Tuvo repudio tomar asiento, todo era tan impecable, que hasta se comenzó a preguntar, por qué lo habían llevado hasta allí. La puerta se abrió, y apareció ella, la Señora, la mujer adinerada que solo con chasquear los dedos tenía el mundo a sus pies.
Lo miró de pies a cabeza, ahora lo tenía cerca, oliendo a hierba y juventud. En comparación con su esposo, la "Señora" no era tonta.
- Buenos días - le saludó con una media sonrisa insinuante. Le sirvió un whisky muy caro al que el muchacho rechazó sin mediar palabra y muy desconcertado.
- No te asustes, te he mandado a buscar porque quiero regalarte un día inolvidable en alta mar, en mi yate privado. Te observo trabajar muy duro, y quiero regalarte un día especial- El silencio imperó por un largo minuto...
- Señora... estoy agradecido, pero no es necesario. Estoy muy conforme con lo que usted paga.- ¡Aquel hombre se había atrevido a rechazar a la millonaria!.Al día siguiente, prohibió la entrada del joven a la mansión. Lo despidió sin escrúpulos. Los guardias le invitaron a salir de las instalaciones, le extendieron su liquidación de sueldo, y fue puesto en la calle, sin ningún motivo, solo por haber rechazado una invitación de la "gran Señora"...
Fue el comentario de todos los trabajadores de la mansión. Muchos de ellos se burlaban, otros se sorprendían. .¿Quien no aceptaría un día maravilloso a orillas del mediterráneo, con una fiesta de gala sólo para ti?.
El esposo de la señora ajeno y ya muy mayor, siempre dispuesto a los deseos de su esposa, le buscó otro personal de jardinería. Como ella lo había ordenado.
Aburrida de su vida sin emociones, anclada a un matrimonio de apariencias, decidió viajar a París por unos meses. Aún dolida por el rechazo del chico, decidió operar su rostro y rejuvenecer, para que nadie fuera competencia.
A su regreso, decidió ir en busca de aquel muchacho, estaba siempre pensando en él. Llegó a su barrio. Su chófer la trasladó con unos de sus lujosos coches. Nadie fue indiferente a esa majestuosa mujer que bajó del vehículo. Caminó unos metros, y a lo lejos, observó al joven jugar con un niño y un perro. A su lado, una delgada joven, les sacaba fotos.
Con un ademán, le ordenó a su chófer que fuera por él.
... Pero él, pasmado con la insólita situación, se negó rotundamente a hablar con esa arrogante mujer. Ella sin poder manejar la situación, le dejó bajo su puerta, un cheque millonario y una nota que decía... " Perdón, sólo quiero poder hablar contigo, éste es sólo un regalo, lo demás, cuando vengas a verme".Avergonzado, atónito, incrédulo, el joven se presentó aquella tarde en la mansión para devolver el suculento regalo.
Ella sabía perfectamente que él vendría.
Lo que no sabía, era que venía a devolver el cheque, y a decirle que no necesitaba su dineral, que eso jamás, haría que él la viera bella.
Las carcajadas de ella destilaban un sarcasmo casi lastimoso.
No estaba acostumbrada al rechazo.
Rompió en pedazos el cheque. Estaba furiosa. ¿Que podía ser mejor que miles de dólares en tu bolsillo, y una hermosa mujer a tus pies?
Lo que la señora desconocía, era que en el mundo real, la gente es feliz. Sí, feliz.Nadie aquella noche pudo evitarlo.
Se presentó aturdida en casa de aquel hombre. Golpeó su puerta. A patadas. Él, salió asustado, desconcertado, sin entender nada... Llevaba un pijama, estaba descalzo. Le apuntó con un arma de fuego, temblando, le gritó que a ella nadie la rechazaba. Irónicamente le preguntó cuánto dinero pagaría él, en ese momento, por seguir vivo...
Aquel muchacho, tembloroso de pánico, no hizo tiempo a contestar.
Una loca mujer millonaria, lo asesinó a la vista de su hermana y sobrino.
Las sirenas de un gran plantel policial, despertaron el barrio.
Fue noticia en el mundo. Una tragedia para el esposo. Una injusticia para la familia.Fue encerrada por veinte años.
Ni su acaudalado patrimonio, ni sus influencias, le rebajaron la pena.Toda la prensa esperamos aquel momento.
Un seis de julio de mil novecientos ochenta, fue puesta en libertad.
Con dificultades de tanta opresión de periodistas, sólo le hice una pregunta.
- ¿Por qué?
Después de tantas especulaciones, todos queríamos saberlo.Iba agarrada al brazo derecho de su abogado, se frenó en seco, se quitó las gafas enormes de sol, buscó entre todos, mi mirada...
- Por capricho señor periodista. Por capricho-
.... Y se perdió entre los micrófonos. Sin decir ni una sola palabra más.
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Once Relatos.
AléatoireOnce Relatos Cortos. Once vidas. Cualquier similitud con la realidad... Es pura coincidencia.