Era un trozo de nácar, escondida entre las grietas de sus batallas.
Tenía miedo a la soledad, pero sobrevivía siempre a las malas compañías.
Buscó incansablemente justicia por todo, y encontró la paz en el tiempo.
Amo, sufrió, murió mil días y fue feliz...Ahora solo estaba esperando que le dieran el número de su habitación. El resto de su vida lo viviría allí. Fue decisivo el acuerdo familiar. Traía consigo una pequeña maleta.
Ropa, perfumes, talcos, y un álbum...
Las enfermeras le preguntaban que fotos tenía... Ella, con esa dulzura contagiosa, les dijo que eran fotos antiguas.
Cuando descansaba, una enfermera espió su álbum. Entre fotografías rasgadas por el paso de los años, observó una carta amarillenta. Se tomó el atrevimiento de leerla.
¡Era una declaración de amor! Había estado locamente enamorada de un soldado que partió a la guerra, no tuvo jamás posibilidad alguna de saber si había regresado, o si había muerto en los combates.
La enfermera tuvo la osadía de memorizar el nombre y apellido de aquel hombre...
Era una carta de esas que te hacen vibrar el alma.Transcurrieron algunos meses, algunos fríos, algunos llantos.
Un domingo la peinaron y maquillaron, le pusieron pendientes y pulseras. La trasladaron al jardín, le pusieron una bonita mesa y dos cafés...
Ella no comprendía el por que de tantos halagos.
Le trajeron su álbum, la enfermera le dijo que no pudo ser indiferente a esa bella carta.A unos metros, ahí, estaba aquel joven con mucha vida a cuestas, observándola...
Ambos se avergonzaron... Lentos y temerosos se saludaron. Ella reía, y reía...
Él, la miraba como queriendo recuperar todos esos placeres de juventud.
¡Ese hombre estaba recibiendo una declaración de amor después de sesenta años!
Se emocionó. La recordó bella, la recordó en la plaza del pueblo, en las ferias de los domingos, en el cine, estirando su cuello entre las butacas para verla.
La recordó...
Con movimiento tosco se puso de pie, le besó la frente, le tomó las manos, y le sonrió. Se alejó llevándose la carta.... Y mil besos que no pudo dar...
... Y caricias que no vivió...
... Se marchó sigilosamente, para no volver jamás...
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Once Relatos.
AcakOnce Relatos Cortos. Once vidas. Cualquier similitud con la realidad... Es pura coincidencia.