CAPÍTULO 5

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Me encontraba flotando en una absoluta oscuridad, no sentía mi cuerpo, no sentía nada. Sabía lo que estaba pasando. Era un sueño o bueno más bien recuedo. Siempre empezaban de la misma manera una absoluta oscuridad y luego de un gran estallido de luz podía sentirlo todo de nuevo y la guerra comenzaba. Ángeles y Demonios peleando. El cielo siempre era de un extraño color dorado.

Me preparé, estaba sintiendo venir el estallido. Era inutil tratar de despertar, el recuerdo terminaba cuando quisiera, yo no los podía controlar. La luz llegó, abrí los ojos esperando encontrarme con todo el horror de la guerra.

Pero por primera vez, en todo mi vida, no estaba en la guerra. En su lugar, me encontraba en una ladera con un sendero zigzagueante que llevaba hasta un claro plano rodeado de árboles, distinguía los Eucaliptos y Yarumos de hojas blanquecinas. El sol estaba enfrente de mí encandilándome, era un hermoso día. Podía ver una figura delgada moviéndose bastante rápido por todo el claro.

Tal vez podía quedarme sentado en el lleno de hojas hasta que el sueño acabara. Pero no, las cosas estaban cambiando tenía que dejar mis miedos y seguir adelante, casi me había matado un ángel. Tenía una hoz mágica que aparecía y desaparecía. Mis ojos eran naranjas. Ya se había acabado el tiempo de negar lo que era, la hora había llegado.

Baje por el sendero tratando de no resbalarme. Cuando llegué luego de cinco caídas la planicie se sintió sumamente reconfortante. La figura que había visto antes resultó ser una chica con un casco de metal parecido a la que usaban los caballeros en antiguas guerras.

Evidentemente su ropa no combinaba, tenía una ropa bastante deshilachada y ancha de un color que posiblemente era blanco, pero ahora sólo era de un muy sucio café. Iba descalza y se movía en círculos trazando figuras en el suelo con un largo palo de madera quemada. Al parecer luego de hacer un círculo gigante alrededor de todas las figuras que había hecho, arrojó el palo lejos entre los árboles y tomó una bolsa de cuero que había al lado sacando una figura de oro del tamaño de una mano de adulto. La reconocí en el mismo instante en que la lanzó al centro del círculo, era una versión miniatura de la misma escultura que había en el parque los aborígenes.

Se alejó con cuidado tratando de no pisar la línea que había hecho en el suelo. Luego de salir  del círculo más grande que había hecho, empezó a recitar palabras en un lenguaje extraño. Saco un cuchillo de su cintura y se hizo un gran corte en la mano. La sangre empezó a caer en la línea del círculo. La pequeña estatua de oro empezó a expulsar un humo negro el cual se vino a toda velocidad contra la chica chocando contra una barrera invisible. Al parecer el círculo era de protección y por mucho que esa cosa golpeara no se iba a salir.

Aunque la cosa esa, estaba bastante lejos de mi, ya que ella se encontraba totalmente al frente mío, al otro lado del círculo. Mi cuerpo sentía una sensación extraña, si la podría describir sería como «ve y pelea» pero obviamente, yo no estaba presente en ese lugar, y si lo estuviera ya estaría bastante lejos, si la loca con casco quiere andar invocando cosas raras. Pues que lo haga ella sola.

Me tomo por sorpresa el momento en el que ella se lanzó rodeando el círculo con una velocidad sorprendente, era como un borrón y un cerrar de ojos ya estaba dentro del círculo. El humo se movía rápido pero no tanto como ella, lo esquivaba de una forma tranquila, sin problemas. Era bastante fascinante la forma en la que ella se movía, parecía una bailarina. El humo se alejó de ella hasta el centro del círculo. Ella se sentó en el suelo y su voz sonó amortiguada por el casco de guerra.

—Oye maldita cosa ¡Ven atácame!

De pronto uno de los sellos que estaban en la tierra empezó a resplandecer y en cuestión de segundos sonó como si se quebrara un vidrio. La chica se levanto con su espalda tensa.

—asi que lograste romper el sello de la forma, bastante sorprendente para ser uno de clase baja —su voz sonó sería.

El humo se empezó a esparcir hacia los lados golpeando la barrera. Se oscureció hasta parecer sólido y se dividió en tres partes. Dos de las partes se transformaron en especie de perros dóberman pero mucho más grandes con ojos rojos. La otra parte, tomo la forma de una especie de Murciélago, pero con dos cuernos como de carnero y ojos al igual que los perros rojos. Abrió su boca y emitió un sonido bastante agudo que hizo taparme los oídos y caer al suelo. La chica al igual que yo, se retorcía de rodillas en el suelo. Uno de los perros avanzó hacia ella, trate de moverme pero era inútil, mi cuerpo no respondía. Cerré los ojos esperando despertar, algo en mi decía que iba a ser horrible.

De pronto otro grito hizo callar al del demonio, un grito que lleno de esperanza el lugar. Abrí mis ojos y la imagen era hermosa, de su espalda habían salido dos alas gigantes de ángel, pero eran transparentes como etéreas. Los demonios no se acercaban, sólo la rodeaban

Ella se elevó en el aire mientras los tres demonios la seguían con la mirada. El murciélago demonio ascendió en el aire, ella lo esquivo y con un golpe de su ala lo manda al suelo. Antes de que el demonio pudiera reaccionar, ella ya estaba encima de él golpeándolo y cada puño lanzaba una pequeña ráfaga de luz.

En un último intento de atacar el demonio grito de nuevo, pero ella ni se inmutó, metió su mano en la garganta de él y desde adentro le arranco la cabeza al demonio. Ella rodó a un lado y quedó de rodillas mientras el demonio se fue volviendo humo de nuevo y desapareció. Desvíe mi atención del demonio para verla a ella, estaba con una mano el pecho como si sintiera un gran dolor, sus alas desaparecieron. Uno de los perros dominios avanzó con bastante velocidad, ella se cubrió con la brazos estando de rodillas, pero el demonio de un cabezazo la mandó a rodar por el suelo, ella no respondió se quedó totalmente quieta.

Avance corriendo hacia ella, pero ni siquiera corrí dos metros, me detuve pues de la nada un rayo de color dorado apareció al lado del demonio volviéndolo pedazos, el otro demonio se retiró hacia atrás como si tuviera miedo, observaba la nada y gruñía. No, no era la nada, eran unos ojos naranjas que fueron apareciendo iguales a los mios que fueron rodeados por humo de color negro brillante hasta que tomó la forma de un chico de unos 14 años que apareció entre el demonio y la chica, iba vestido de una forma muy elegante, un traje negro con un sombrero de copa, aunque toda su ropa parecía de una época pasada. Su rostro tenia una nariz algo grande y aguileña, era moreno, era todo ángulos y huesos.

Se acercó al demonio y con solo chasquear los dedos otro rayo cayó y lo despedazó. El chico se sostuvo el pecho como si sintiera dolor, de la misma forma que le sucedió a ella antes de que se fueran sus alas. Pero el no desfalleció. Sólo se acercó y se arrodilló junto a ella.

— Alejandra, despierta ya... El grito de un Turun puede atraer más dominios.

Le dio la vuelta boca arriba, y le quito el casco. Lance una palabra bastante impropia para un caballero, ya que la chica que estado peleando y se había convertido en ángel era mi Madre. Tenía unos 16 años, pero era ella. Y usando mi poco intelecto deduje que si el tiene ojos naranjas es Alejandro. Y si, si se miraba bien tenía ciertas similitudes con su versión de demonio cuando me entregó la hoz, más que todo era su mirada tierna.
Alejandra volvio en sí, se sentó y lo miro a él.

—Se supone que era un clase baja —Dijo suavemente, como si estuviera dormida.

—pues al parecer se equivocaron —Le sonreía con alegría y con cariño— papá te va matar hermana.

—Pues padre no tiene porque saberlo, —Una sonrisa grande le adornaba el rostro a ella— ¿puede ser un secreto manito?

—Siempre me convences de todo —La miraba seriamente con él ceño fruncido.

—Por eso soy la mayor.

Las palabras se empezaron a distorsionar, sabía lo que estaba pasando. Ya estaba despertando, por lo menos había despejado varias dudas, pero había dejado más dudas. Maldita sea. Buena hora de despertar.

La oscuridad lo empezó a rodear todo y sentí un golpe en mi pecho. Sentí de nuevo todo el peso de la realidad. Mis ojos see fueron abriendo lentamente, trate de moverme, pero me sorprendió el hecho de que no pude. Estaba amarrado en una silla y Gabriel estaba de pie enfrente mío. Con una escoba, golpeando mi pecho y temblando.

VILLA DE ÁNGELES Y DEMONIOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora