CAPUTULO 4

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Después de bajar la pendiente, para subir otra (Calarca es mi hogar, uno de los doce municipios del departamento del Quindio. Calarca se encuentra ubicado en la cordillera central de Colombia, por lo que a cada momento subes una falda para bajar otra, ya que el pueblo fue construido en una zona bastante montañosa en la que se encontraban varios lagos y pantano, ahora sólo es una pequeña ciudad de unos 57.00 mil habitantes o incluso más...

En fin, después de estar lo bastante lejos de mi jefa para que no me asesine a golpes con su bastón, baje de mi moto para comprar chocolates. Estaba ansioso, necesitaba chocolate, el chocolate viene de una planta por lo tanto es una ensalada, punto.

Después de comprar el chocolate, me dirigí hasta el parque principal de la ciudad, la plaza Bolívar. Prácticamente toda ciudad en Colombia tiene una plaza Bolívar, o parque Bolívar, en estos parques se encuentra una estatua del ya mencionado Simón Bolívar, que fue el hombre que liberto a Colombia y a otros países del yugo de la corona española. Claro que la verdad si se supone que es un parque deberían haber árboles, pues, no. Sólo hay unos pocos árboles. Muy pocos.

Luego de dejar mi motocicleta en los pequeños parqueaderos que hay en la orilla del parque, me senté en una banca a comer mis chocolates. Mientras observaba la gente pasar, niños, adultos, jóvenes, ancianos, todo un mundo de posibilidades de posibilidades en cada uno, todo un mundo de misterios inimaginables. Yo era un misterio.

Pocas personas saben de mis sueños, y se habían enterado por accidente. Debía analizarlo todo. Todo lo que estaba pasando era como magia, mis sueños, sean lo que sean eran reales, no eran sueños. Quería poder resolverlo todo, pero no tenía nada, sólo una guadaña mágica que aparecía y desaparecía y mis ojos color naranja. Todos mis sueños, eran sueños, sólo eso, con ninguno había interactuado hasta este sábado, aunque sentía felicidad, también sentía frustración. De que servía tener todo esto, si no tenía a nadie que tuviera respuestas.

Mientras me montaba en mi moto note que alguien le había hecho un un rayón al tanque, maldita sea, otra cosa para alegrar este maldito sábado. Acelere mi pequeña amenaza roja (así la llamó yo, pues es de color rojo y es de clilindraje 125, aunque eso no evita que ande bastante veloz en ella), me dirigí hacia Armenia que es la capital del Quindio, queda a siete kilómetros de Calarca, así que sólo me toma diez minutos llegar a Armenia regularmente. Mientras avanzaba mire la hora en el tablero y eran las 7:23 pm y las estrellas se veían jodidamente bellas.

Avanzando por la carretera principal de Calarca — Armenia, pensé en que tenía suerte de que mis padres y mi hermano mayor estuvieran en bogota. Así podía llegar a mi casa y no tener que responder preguntas o peor, decirle a mi mamá, «oye cuentame tus tiempos de ángel, ¿extrañas tus alas?, y por cierto ¿Cuando me lo iba a contar? Tal vez nunca, o un día después de nunca». No estaba seguro de esto, pero estaba seguro de que no estaba loco y las cosas eran reales, yo había sentido su toque, el demonio me había dado su guadaña y me dio su nombre también.

De reojo en los arboles de la carretera vi una sombra, parecía un perro negro gigante pero desapareció en cuanto centre la vista. Es fácil imaginarse cosas en esta carretera, pues es de noche y si miras hacia tus lados, verás árboles, montañas, varios cafetales (siembras de café muy grandes) que suben y bajan las pequeñas montañas de tierra. Para ningun lado vas a ver alguna planicie en esta zona. Luego de pasar el puente del río Quindio, un poco más adelante se llega a Armenia. Su gran edificio de la Gobernación se ve a lo lejos, sus muchas ventanas lo hacen ver cómo si fuera transparente.

Tomé la carrera 13, para luego tomar la avenida 14 y seguir derecho en dirección al norte. Después de unos minutos llegue al parque los aborígenes, ese lugar que tanto me relajaba. Es un pequeño parque con árboles grandes, el cual está en una parte poco poblada de Armenia, siempre me ha llamado atención ya que si miras hacia el sur ves la ciudad y sus grandes edificios, y sigues mirando ya puedes ver sólo unas montañas, es como si el tiempo fuera hacia atrás.

VILLA DE ÁNGELES Y DEMONIOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora