Capítulo 8º

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Las noches se volvieron mi edén personal a su lado, si bien las medidas de tiempo eran efímeras desde mi transformación, contaba las horas para el crepúsculo, para cruzar el umbral de su ventana y poder saciarme, llenarme de el, para arrebatarlo por unos instantes del mundo terrenal y arrastrarlo hasta mi infierno.

Suave y delicada piel, ardiente, el pecho agitado subiendo y bajando al compás de cada dentellada, quedos gemidos incitando mas  y cada vez mas era difícil detenerme. Sus brazos acariciando mi cabello tiernos y llenos de amor, sus piernas se comprimían apremiantes en mis caderas, sentía que no cabía en mi mismo tan solo sentirlo, tan solo mirarlo, tan solo respirar su aroma; todo quedaba sellado cuando la sangre manaba por mi boca, al fin podía sentirme completo, parte de el en parte de mi. Si pudiera llorar, derramaría mis lágrimas sangrantes de pura y absoluta felicidad, su rostro era indescriptible.

Nikolai había aceptado mi condición, nunca insistió en saber lo que yo había hecho, ni quien me lo había hecho, estaba tan embelesado con las nuevas sensaciones, con el placer y el poder de la belleza, que solo le importaba acaparar esa parte mía exclusivamente para el. Esa era su único requisito, tan egoísta como siempre, y yo no me rehusé, jamas, no había otro ser en el mundo al que yo pertenezca, incluso si rompiera mi corazón una y mil veces mas.

Gratitud, en su rostro; si agradéceme por que al fin hay tanto que me debes.

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P W Matilde 


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