Capítulo 5º

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Estaba corriendo, alejándome de la soledad que mi antiguo hogar me daba, había estado vagando mucho tiempo si decidirme a regresar y es que en realidad no había nada ahí para mi.

Una vieja sensación se apodero de mi en cuanto entre a la vieja casa que un día perteneció a mi familia, ahora le pertenecía al desierto de hielo que la rodeaba.

Aun cuando vivía ahí en otros tiempos, el aislamiento que tenia esa casa era abrumadora, pasaba semanas enteras totalmente solo, incluso podían pasar semanas enteras sin ver al personal del servicio; mis padres murieron a temprana edad dejándome muy joven a cargo de lo único que les pertenecía, sus deudas y su supuesto lujo los había dejado únicamente con esa propiedad, por sus pecados en el pasado habían pagado con sus vidas en el presente. Yo simplemente no pude mantenerme ahí, debía alejarme a un lugar mas cálido, un lugar habitado y donde el cotilleo popular no trataran sobre los excesos de mi familia.

La terrible sensación de ser acosado no tardo en volver a mi, por el tiempo que estuve fuera del país lo había olvidado casi por completo, pero estando ahí totalmente aislado y con el corazón destrozado se hizo realmente insoportable, pero ya no podía huir, siempre lo supe, cual seria mi destino, y si no fuese así aceptaría gustoso la muerte.

Durante mi juventud escuchaba a cerca de viejas leyendas sobre un terrible demonio que acechaba las comunidades mas alejadas del pueblo, robando el alma de los jóvenes mas puros, nunca fui capaz de creerlas, pero cuando la soledad rondaba a mi alrededor,la noche parecía mas oscura y densa que otras veces, el aire era frió, casi irrespirable, permanecía encerrado en mi habitación tratando de dormir y esperando con anhelo la luz del sol, pero la oscuridad no conocía medidas de tiempo, el miedo se apoderaba de mi, paralizaba cada parte de mi cuerpo y la voz parecía abandonarme, la sensación de ser observado se hacia presente a cada segundo y lo peor la insoportable incertidumbre de no saber, de esperar que algo suceda, por favor si vas a hacerme daño o simplemente vas a matarme hazlo de una buena vez, pero por favor ya no me tortures de esta manera, mi mente maquinaba todo tipo ideas lóbregas, podía escuchar hacerse añicos la cristalería de la casa en la parte inferior, incitándome a bajar y buscar el origen de aquello, y juro por los dioses que algunas veces pude escuchar aquella risa macabra que solo me auguraba el peor de los tormentos. Mi habitación se convirtió en una fortaleza, a pesar del incesante martirio nunca tuve el valor de abandonarla durante todas esas noches.

Ahora volvía a mi antiguo y único refugio sin mas propósito que el de no sobrevivir la noche y tal vez solo tal vez mi agonía tendría fin. El fresco de la noche me abrazo, la luz de la luna se colaba por las raídas cortinas, mi cuerpo estaba frió y rígido, mis ojos no cedían, el miedo paralizante me cortaba la respiración y esos ojos marrón inyectados de sangre clavados en los míos desde la ventana, tenia miedo de parpadear para descubrir que en un segundo el había roto la barrera de esa fortaleza que yo había creado ilusamente, pero el seguía ahí solo mirándome, creando las mas obscenas formas de torturarme, de tomar mi vida hasta suplicar. Vamos ven a mi y termina con esto de una bendita vez, estoy dispuesto para ti. 

Sola bastaron dos palabra de invitación para tenerlo muy cerca de mi, olía a hierro, tierra húmeda y a muerte, rondaba a mi alrededor con una bestia que mira a su presa moribunda antes de acertar el golpe final, su voz era una dulce melodía en mis oídos.

He estado esperando por ti, mi dulce niño, puedo notar el sufrimiento en tus ojos, yo puedo ayudarte, hacer las cosas mas llevaderas, puedo ofrecerte algo que vas a desear mucho mas que alguien que no puede amarte...........

Hazlo tómame, toma mi vida, que al fin ya no me pertenece






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P W Matilde

Lunas de OctubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora