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Narrado por MangelRogel (Miguel)

Había sido un día de mierda como muchos otros días de mierda, estaba harto de caminar bajo el ardiente sol de afuera pero había preferido andar que tomar un taxi y llegar demasiado pronto, él dijo que estaría grabando y que entrara con mi propia llave (pues para no molestar, obviamente), dijo que después de que terminara nos iríamos.

Mi novio, mi bello novio Rubén con quien estoy a punto de cumplir tres años como pareja, que hay que ser sinceros, desde que nos conocimos las cosas se dieron de forma casi mágica entre los dos, si no fuera porque no creo en esas huevadas sobre “destino” diría que fue eso, siempre pensé que Rubén era el hombre más hermoso de la tierra y cuando vino todo esto del youtube me quedó más que claro que no soy la única persona que lo piensa pero que sin duda soy una de las más afortunadas, es decir ¿quien más en la tierra puede decir que tiene a Rubén para él?.

Rubén me quiere de una forma intensa, no puedo decir que alguien me ha querido más de lo que él lo hace, la forma en la que lee mi mente y sabe exactamente lo que voy a decir antes de que lo diga siempre intriga a las personas, la forma en la que podemos hacer al subnormal de forma tan continua justo en los momentos correctos y a la vez las personas que nos conocen saben que podemos hacer mucho más que eso y besarnos y amarnos y hablar de cosas serias mirándonos a los ojos mientras que afuera el mundo colapsa… lo que Rubén y yo tenemos nadie más lo ha tenido conmigo o con él y es por eso que es tan especial el estar cerca de los tres años de lo mismo, mucha gente tiene problemas para mantener relaciones largas, con Rubén las cosas han sido simples pues más allá de ser pareja, de amarnos y de saber complacer al otro en todos los aspectos de la vida, también está el hecho de que somos los mejores amigos que el mundo verá aparecer, él y yo juntos somos en verdad algo de no creerse, probablemente lo mejor que he hecho en mi vida, probablemente lo mejor que he logrado hacer.

Crucé la puerta del departamento abriendo con cuidado no deseando molestarlo si estaba grabando, no escuché nada así que asumí que estaba grabando, entré y cerré la puerta con el mismo cuidado con el que había entrado, la puerta de su habitación estaba cerrada y la gata fue a saludarme apenas me vio, le acaricie suavemente y luego me aparté rumbo a la nevera para sacar una botella de agua, la verdad es que con el calor de afuera sentía que mi cerebro se estaba encogiendo.

Dí dos tragos a la botella antes de casi bañarme por completo con ella cuando escuché un sonido inconfundible, cualquier persona que lo ha escuchado antes sabe identificarlo y lo relaciona de inmediato, es como el olor a marihuana, cuando lo hueles una vez no importa, cuando te dicen de que es siempre lo recuerdas y vayas a donde vayas asocias que si huele a marihuana hay alguien drogado cerca. Entré en un estado mental irracional, solo quería saber si tenía razón, si me estaba volviendo loco, si eso tenía una explicación lógica, pero mientras más me aproximaba a la puerta más sabía que ese sonido no era una alucinación y que tampoco tendría una explicación lógica que me fuera agradable, finalmente crucé la puerta de un golpe solo para encontrarme con la escena que en mi cabeza ya estaba armada por completo.

Ahí estaba Rubén entre sábanas de su cama, desnudo, sobre una chica de cabellos castaños que gemía rítmicamente mientras la cama producía ese rechinido de mierda que hacen todas las camas cuando se folla sobre ellas. Rubén saltó al momento en que me vio, se sentó en la cama pero no dijo nada, lo agradecí, al menos no fue tan idiota como para tratar de decir que “no era lo que parecía” porque claro, era obvio que era justo lo que parecía y negarlo sería apelar a mi inteligencia. Algo dentro de mí se rompió en mil pedazos mientras lo miraba a él con los ojos bien abiertos fijos en mí, miré a la chica que acompañaba a Rubén y le sonreí, ella era bonita y tenía todas las curvas en su lugar, el tipo de mujer que le gustaría a Rubén, asentí con la cabeza y le guiñé el ojo antes de cerrar la puerta.

Salí del departamento y puse la espalda contra la pared antes de buscar una canción en mi reproductor, cualquiera estaba bien si eso evitaba que me echara a llorar como un crío cuando le quitan su dulce, cierto, tenía el corazón roto y estaba jodido mentalmente pero ¿y que? No era la primera vez que lo estaba y estaba por mi cuenta, y no sería la última conociendo mi bendita maña de enamorarme de gente idiota. Comencé a mover la cabeza al ritmo de la música que sonaba en mi reproductor e inicie la caminata de regreso a casa de Cheeto, yo vivía con él desde que los rumores fueron demasiados para Rubén, a él no le gustaba que la gente creyera en verdad que era homosexual, gay de closet le llaman, le daba miedo y yo lo respeté, Rubén siempre había sido mi prioridad y yo me cortaría una pierna por él en cualquier situación, porque claro… yo era idiota, aún después de lo visto, aún después del corazón roto, aún después de saber que no seríamos “Rubelangel” nunca más, aún lo quería.

Llegué al departamento que compartía con Cheeto sintiéndome triunfante de no haber derramado ninguna lágrima en el camino, no dejaba de sentir como vibraba mi celular en mi bolsillo pero después de ver la primera vez que se trataba de Rubén decidí dejar de mirarlo, Cheeto asomó la cara desde la cocina, el sonido de carne asándose y el olor delicioso me hicieron sentir de vuelta en casa, Cheeto amaba cocinar aunque no siempre lo hacía bien, o no siempre lo hacía público.

- Creí que te quedarías dónde Rubius toda la tarde, Mahe ¿quieres una hamburguesa? - preguntó él, yo me senté en la barra de la cocina y afirme con la cabeza
- Estaría bien… la mía sin mostaza - dije y él de inmediato lo supo, no sé que fue, no sé si había algo en mi expresión aunque asumo que fue eso ya que apagó la estufa de inmediato y corrió a mi lado
- ¿qué ocurrió? - preguntó mientras me miraba a los ojos y ponía una mano en mi hombro, yo tomé aire y lo saqué lentamente, no quería decirle, hasta ahora había evitado pensar en ello pero hablarlo significaba aceptarlo y asumirlo, eso no era algo a lo que estuviera dispuesto todavía
- Rubén me engañó con una chica, los encontré en su cama, te dije… te dije que iba muy temprano - dije y traté de sonreír, él abrió los ojos como platos y me abrazó con fuerza

Eso fue todo, el fin del mundo, las olas llegaron demasiado altas, la bomba estalló, el cielo ardió y yo me rompí por completo, comencé a llorar entre los brazos de Cheeto, esto era nuevo, usualmente lloro solo y en silencio, usualmente no quiero que nadie me consuele, usualmente prefiero romperme donde nadie escuche el estallido… él pareció más sorprendido que nunca cuando comencé a llorar a voces aferrado a él, sentía su mano en mi espalda, sentía sus caricias en mi nuca, sentía sus brazos fuertes sosteniéndome… a veces pienso que estoy solo, entonces siempre alguien aparece, él susurró palabras gentiles pidiéndome mantener la calma, diciendome que no valía la pena ponerme así pero yo sabía que valía la pena y que el estallido era solo para liberar presión, que de esta forma no moriría asfixiado, que él iba a cuidar de mi.

No supe por cuanto tiempo estuve llorando pero finalmente acabé por sentarme en el sofá de nuestra sala con una mano sobre el pelaje del gato y la otra sobre la hamburguesa que me había preparado Cheeto, era deliciosa y me sentía cómodo mientras miraba la televisión.

Cheeto por su parte le gritaba a Rubén por teléfono en el pasillo fuera del departamento, era mi culpa, y no quería que lo hiciera pero lo dejé hacerlo, me fingí ignorante de que cuando me había sacado el teléfono del bolsillo había comenzado a vibrar poco tiempo después, también fingí que no sabía que Cheeto había dicho que iba a la tienda sin su cartera pero con mi teléfono en la mano, hay veces en las que es bueno dejar que las personas hagan lo que quieran, he de confesar que se sintió bien no tener que pelear contra la corriente.

Detestable || CheetangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora