IV

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Narrada por Rubius (Rubén)

Su nombre era Sara y era hermosa, tenía el cabello rubio y los ojos claros, su piel era blanca y su figura delgada y llena de curvas en los lugares adecuados, era tímida pero una vez que tomaba confianza uno no podía parar de mirarla y de reírse ante sus bromas, ella era hermosa y yo la adoraba de forma descarada.

Cuando estaba con ella todo era un remolino de emociones y sentimientos, el cerebro salía por la ventana y me quedaba en brazos de ella perdiendo la cordura, finalmente la realidad me golpeaba y entonces venia la culpa.

Yo no amaba menos a Mangel que antes, me gustaba su almohada y mi camisa con su cara, me gustaba mi departamento lleno de las fotos de los dos, me gustaba llamarle y salir con él, dejarlo hacerme el amor de esa forma tan dulce que tiene Mangel, escuchar sus palabras bonitas y suspirar enamorado de él antes de ir a dormir cada noche… Pero entonces volvía Sara y con ella el fin de los tiempos, la lujuria que alcanzábamos juntos era increíble y ella como yo parecía gozar de la rudeza que no tenia con Mangel, de las cosas que solo el uno entendía del otro, ambos creíamos que no merecíamos ni amor ni ternura y con toda la soltura del mundo nos agredíamos en la cama, estuve loco, si, por ella.

Y entonces Mangel cruzó la puerta analizándolo todo a la velocidad del rayo, haciendo imágenes en su cabeza que yo sabia que quizás jamás podría sacarse, y me sentí asqueado, la nausea llegó a mi garganta y me impidió argumentar o pedirle que se quedara ¿con que propósito si era obvio lo que estaba pasando en esa habitación? El olor del sexo y el vicio lo invadían todo, él conoce ese aroma y sabe que las cosas son más lo que parecen de lo que podría aceptar.

Desee formular una plegaria de perdón, buscar una excusa, pedirle que a pesar de todo me amara pero su sonrisa me desarmó por completo, estaba ahí, parado en la puerta de mi cuarto mirándome en la cama con una chica, en esa misma cama donde por primera vez habíamos estado juntos, en esa misma cama donde él adoraba mi cuerpo con sus besos y caricias y que yo había mancillado y convertido en algo sucio, me sentí repugnante pero no pude decir nada mientras el asentía con la cabeza y se giraba para marcharse.

Sara se enderezó en la cama y me puso una mano en el hombro, su mano tibia me quemó como el infierno porque no era la mano de Mangel que me tomaba como si fuera a romperme, era la de Sara que me golpeaba mientras la follaba duramente.

- ¿crees que tu amigo quiera unirse a nosotros? Siempre he querido hacerlo con dos hombres - me preguntó y me sentí mareado ante la sola imagen mental de Mangel en la cama con otra persona que no fuera yo

Negué con la cabeza y volví a la cama para buscar en brazos de Sara un consuelo que sabia que no encontraría porque claro que ella no tenía sentimientos por mi, solo le gustaban las guarradas que hacíamos en la cama, igual ella me aceptó entre sus senos y pensé en sus palabras, ella por supuesto no entendía lo que significaba la escena recién pasada para mi porque ella no sabia que quien acababa de salir por la puerta era mi novio, ni ella ni nadie...así lo quise yo a pesar de que Mangel me habló millones de veces tratando de convencerme de hacerlo público.

- ¿puedes dejarme solo? La jodí con eso - comenté, ella no pareció darle importancia, se vistió
- Nos vemos luego - comentó ligeramente y se largó, no, ya no, culpa de mi lujuria ya había perdido a quien mas amaba

Me levanté de un salto sintiendo un escalofrío recorrerme ante la sola idea, fui al baño y me duché, jamás antes me había tallado tan fuerte, quería sacarme el olor de ella, a Miguel del alma, mis pensamientos corrían sin parar y finalmente acabe llorando de rodillas en el piso del baño sintiéndome el peor ser humano de la historia.

No puedo decir que no me lo habían advertido, hace casi un mes que Alex leyó por curiosidad y casualidad las conversaciones que mantenía con Sara, me dio toda una charla de esas de las que no lo creería capaz nadie y finalmente me ha dicho que si ya no quería estar con Mangel debía decírselo porque de lo contrario le haría mucho daño, el problema básico en eso es que yo no quería dejar a Mangel...pero no veía la forma de manchar nuestro amor puro con toda la lujuria que sentía por dentro.

Finalmente no hice nada y ahora las consecuencias me rompían la espalda con su peso, traté de hablar con Mangel, le llame mil veces tratando de pedirle disculpas, le diría que no tenía justificación y que si quería odiarme estaría bien pero que no creyera que esto de alguna forma era su culpa o que me había fallado, aún peor...que se sintiera triste. Pero él jamás contestó al teléfono.

Eran casi las ocho cuando seguía intentando y finalmente en una de tantas ocasiones alguien contestó.

- ¡Mangel! - exclamé alterado, de nuevo sin palabras, estaba a punto de pedirle que no colgara y me escuchara cuando escuché la voz de Cheeto al otro lado
- No, Rubén, Mangel no está y nunca más estará para ti ahora… - dijo Cheeto con voz helada

Me gritó y yo lo escuché en silencio, sabía que la había liado y lo peor era ahora estar escuchando las palabras de Cheeto, yo sabía lo que ese tipo quería a Mangel, lo adoraba. Cheeto hacia tantas cosas por Mangel que uno pensaría mal de eso… Porque para Mangel, Cheeto era como él para mi, incondicional, lo mejor de su vida… En ese momento lo comprendí, lo había perdido por completo y si Mangel aceptaba a Cheeto o no jamás iba a volver a ser mío de igual forma.

- ¡ya sé que soy una mierda, tío! ¡ya sé que la he cagado con Mangel! Sólo...quiero hablar con él un poco - chille tras haber escuchado suficiente
- No, Rubén, Mangel está hecho mierda y si habla contigo ahora no va a mejorar…  No lo busques, igual él hablará contigo cuando pueda… - contesto Cheeto de mala leche y me colgó

Bajé el teléfono y mire hacia el techo, suspiré y pensé en el pasado, en el tiempo cuando constantemente estaba siendo bulleado en la escuela y lo único que me hacía feliz era llegar a casa, encender el ordenador y enviar el primer mensaje del día para Mangel, aquel chico llenito que vivía a montones de kilómetros de mi pero que sabía más sobre mi que nadie en el universo, con él lloraba mientras escribía, a él le contaba cuando me agredían, él me contaba lo que le pasaba al menos al inicio, después solo contaba yo y él escuchaba… me daba consejos, me decía que me amaba y me enviaba abrazos y besos, me gustaba ver sus fotos. Después lo conocí, Mangel es dulce, callado y nervioso...sé que no lo parece pero es muy inseguro...tras conocerlo en persona me enamoré como idiota. Un día Mangel llegó a casa con una sonrisa, me lanzó un anillo de caramelo y me pidió ser su novio, me reí mucho, ya lo éramos, él solo lo hacía por el título. Y yo le había pagado mal. Le había herido y eso era algo que jamás me perdonaría, me prometí que no lo buscaría hasta que las cosas estuvieran más tranquilas, cumplir eso sería todo un reto.

Detestable || CheetangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora