Capitulo 4

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Conservando la estúpida sonrisa en su rostro, estira su mano y me saluda.

-Un gusto conocerte "Liz".

Miro su mano como si fuera una bomba nuclear que tengo que desarmar y estoy segura que posiblemente esté haciendo algún tipo de mueca rara de asco (no controlo mis expresiones, seguro parezco un mimo).

Mientras levantó la mano y hago  el saludo Vulcano (las estupideces que hago cuando me pongo nerviosa)

-Eh... Si un gusto hermano de Greg... 

-   Alex, me tengo que ir se me hace tarde.

Recojo mis útiles en un obvio intento de huida, porque sé que vendrán preguntas de parte de ella, y las prefiero responder sin tanto público. O solo sin tener a señor sonrisitas delante.

- El saludo Vulcano, en serio? Escucho que dice Damien.

- Liz ¿dónde vas? ¡Espera! Llegaste recién y no me respondiste en que planeta fuiste mientras estabas supuestamente acá y quién era al teléfono hace un rato.

Una de las cosas de Álex es que a pesar de ser pequeña de estatura y su voluptuosa figura y hermosura, es que no deja las cosas a medias y si quiere saber algo. Va a saberlo. Y sé que no me voy a ir de esta mesa sin responder cuando me agarra de la muñeca y me mira con sus ojos azules y mirada de Sherlock o de policía malo. No estoy segura cual me gusta más.

-No fue nada Alex. Solo unas cuentas que pagar. Nada más. Estuve haciendo cálculos en mi cabeza. Solo eso.

Aprovecho el desconcierto en su cara y el silencio que le sigue para salir corriendo de esta mesa.

-Bueno se me hace tarde. Adiós chicos.

Y mientras jalo fuerte y me suelto de ella, escucho el adiós de los hermanos. Creo que debo haber dejado en shock a mi amiga con mi rápida respuesta, porque no reaccionó, ni discutió, ni me dijo que era una total mentira.

Suena mi teléfono y veo el mensaje.

"Te llamo en un rato Liz. No me creas que te creí toda la mierda que me dijiste. "

Sip. No me creyó.

Cuando llego a mi casa me encuentro el pasillo libre de muebles o cajas y me acuerdo de mi nueva vecina. ¿Sera posible que ya haya terminado?

Por las dudas trato de hacer el menor ruido posible, no estoy de ánimo para ser sociable. Vino. Música. Y tal vez algo salado. Mmmm... Sí. Cuando mis días se complican prefiero mil veces alcohol y algo grasoso y lo más lejos de la dieta como sea posible. Papas fritas. Hamburguesa. Pizza con mucho de todo. De pensarlo ya se me hizo agua la boca mientras meto la llave en la cerradura y estoy teniendo sueños salados y medio orgásmicos con lo que me espera. No me doy cuenta de que me la puerta de la vecina se abrió hasta que siento el toque en mi hombro.

Pego un grito al mismo tiempo que se caen mis llaves y los libros que tenía en la mano.

- La puta madre!

- ¡Perdón vecina! No quería asustarte, es que te escuché y salí a saludar, pero se ve que estabas en otro lado porque te hablé y no me escuchaste.

Recojo mis llaves y me giro tratando de acomodar mi gesto de exasperación.

- No hay problema, estaba pensando en cosas. ¿Cómo estás? ¿Pudiste terminar la mudanza?

- Si, si! ¡Gracias! Me encanta el lugar. No pensé encontrar algo tan agradable en tan poco tiempo. Avance mucho en el departamento, por suerte tengo libre mañana para terminar los detalles, ahora ya estoy relajándome con una bebida. Justo salía a invitarte algo de comer. No me gusta comer sola.

Ni en tus mejores sueños, cariño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora