ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ɪ: ¿ᴜɴ ʙᴇʙé?

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Capítulo I: ¿Un bebé?

  Kahira abrió sus ojos al sentir la irradiante luz del sol adentrándose por la persiana de su habitación. Llevó una de sus manos a su abdomen y la otra llegó justo a una de sus sienes. Le dolía la cabeza de tanto pensar, le dolía el estómago por alguna razón que desconocía. Pero ese dolor llevaba ya unas cuantas semanas, y sabía que no era nada bueno.

  Se levantó con mucho cuidado de su cama y se dirigió al baño. El dolor de cabeza aumentó conforme entraba y unas ganas insaciables de vomitar invadieron todo su ser. No pudo pensarlo demasiado, dirigiéndose al retrete, alzó como pudo su cabello y soltó todo lo que tenía acumulado en su interior.

  Temblando ligeramente, se levantó del suelo, donde se había arrodillado hacía un rato, y fue al lavabo para limpiarse la cara.

  No entendía nada de lo que estaba pasando, pero pensó que solo le había caído mal algo de la cena del día anterior. Después de todo, era la respuesta más lógica, ¿no?

  —Oh, Dios... ¿qué es esto? —no le dió mucho tiempo para pensar en una respuesta lógica para su incógnita, pues volvió corriendo al retrete y repitió el proceso de hace unos segundos.

  Ahora se sentía débil y confundida. Había vomitado dos veces el mismo día, la misma hora. Eso no había estado dentro de sus planes para hoy. No estaría en los planes de nadie; nadie querría vomitar dos veces en una mañana sin saber porqué. Descartaba la idea de haber sido culpa de la cena; pues no había rastro de esta allí. Se sintió mareada por una milésima de segundo, pero se recompuso fácilmente.

  Salió de su habitación, dirigiéndose al salón, esperando encontrarse con su madre. No estaba, ni su padre ni su hermanito, Jamie. La casa se encontraba en total silencio.

  —Buenos días, señorita Kahira —la mucama se dirigió a ella con el respeto de siempre, esperando su respuesta.

  —Buenos días, Nora —respondió con cortesía—. ¿Sabes a dónde fueron mis padres? ¿O Jamie?

  —Sí, señorita, su madre salió con Jamie a una cita médica y su padre fue a resolver asuntos en la empresa.

  —Oh, entonces está bien.

  —¿Quiere algo para desayunar?

  —Gracias, Nora, pero me siento muy mal físicamente —dijo en un tono dolido y con una mano en su estómago.

  —¿Quiere que le haga un té? ¿O prefiere que llame al doctor?

  —Te agradecería lo segundo.

  —Bien, espere aquí.

  La chica movió su cabeza de forma afirmativa y se sentó en la butaca de su madre, esperando pacientemente a la mucama y al doctor. Quería respuestas ya, o al menos poder sentirse mejor. El dolor de cabeza ahora parecía una fuerte migraña y sentía su vientre contraerse de manera extraña.

  «¿Me vendrá el periodo?»

  Se preguntaba mentalmente una y otra vez, pero era evidente que no era su periodo, ya que había terminado con él hacía menos de dos semanas.

  «¡¿Tendré apendicitis?!»

  Ahora sí estaba asustada. ¿Qué pasaría si de verdad tuviese aquello? Sería horrible. Ni hablar de la operación que le harían o los tratamientos que le darían.

  —Señorita King, ¿cómo está? —la voz del doctor Timothy se hizo presente en el salón de su casa.

  —Estoy asustada, Tim.

  —¿Podría saber la razón? —dijo este acercándose a la joven aturdida, tomando asiento en uno de los sofás.

  —Verás, he vomitado ya dos veces en el día y el dolor de cabeza ha estado aumentando desde anoche —explicó ella, tratando de no olvidarse de ningún síntoma—. Oh, y mi estómago se contrae de forma extraña, haciendo que me duela mucho.

  El doctor apuntó todo en una pequeña libreta y no tuvo que pensar mucho para su respuesta.

  —Esto ha sido más fácil de lo que pensé... —murmuró el doctor más para si mismo, pero igual Kahira lo escuchó.

  —¿Qué quieres decir con eso, Tim?

  —Es sencillo, estás embarazada. Estás esperando un bebé.

  —¡¿Un bebé?!

La reacción de Kahira fue demasiado fuerte para ella, por lo que al acabar aquel grito ensordecedor, su cabeza calló a un lado, clara señal de que había desmayado.


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  La habitación blanca contrastaba con el rojo intenso de sus mejillas. Sus verdes ojos estaban llenos de lágrimas y sus manos temblaban sin parar. Su cabello cobrizo estaba desaliñado en una coleta improvisada, llevaba una bata de hospital y una aguja atravesaba una de sus venas, manteniéndola estable.

  Una enfermera apareció con un tablero en su mano y un bolígrafo en otra. Cuando vio que Kahira había despertado, rápidamente apuntó algo allí y salió de la habitación, dejando a la chica más confusa de lo que ya se encontraba. En unos segundos, la enfermera apareció nuevamente, esta vez con el doctor Timothy a su lado.

—¿Cómo te sientes? —preguntó este con total calma, acercándose a ella con el tablero de la enfermera.

  —Estoy... confundida, Timothy, no sé exactamente qué pasó... o cómo pasó.

  La chica trataba de recordar que le había pasado, pero lo único que se le venía a la cabeza era aquella noche oscura cuando su padre entró borracho a la casa... Más específicamente a su habitación, con una sonrisa ladina y el cuerpo tambaleante. Luego ella, sonriendo de la misma manera y-

  —Kahira, por favor, no te vayas a poner intranquila otra vez. El tema es algo delicado, pero sabrás sobrellevarlo.

  El rostro de la chica seguía confuso, no entendía a qué se refería con delicado, y eso la aterraba más.

  —¿A qué te refieres? —soltó de imprevisto respirando con dificultad.

  —No te alteres, por favor —trató de calmarla, fallando terriblemente—. Estás embarazada.

  Otra vez se sintió mareada y con ganas de vomitar, pero se contuvo, respiró hondo y miró al doctor. Dentro de sí, esperaba que fuera un tipo de broma pesada o algo similar. Pero el semblante serio del doctor le hizo saber que no era ningún chiste mal hecho, era la realidad. Su realidad.

  —¿Ha-habla en s-serio?

  —Sí, esto es más que serio, señorita King. ¿No me cree?

  La chica se encontraba sin palabras, completamente en blanco. No sabía cómo debía reaccionar a aquello. Simplemente era nuevo para ella, cualquier adolescente en su lugar estaría así o peor.

  Pero la verdad es que se encontraba así sólo porque no sabía cómo expresar lo satisfecha que estaba de escuchar aquellas noticias.

  Además, un bebé no es el fin del mundo, ¿o sí?


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Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora