ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ɪɪɪ: ¿ɴᴇɢᴀᴛɪᴠᴏ?

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Capitulo III: ¿Negativo?

  La secretaria la miró otra vez con ojos cansados y prosiguió a decirle:

  —Señorita, tiene que esperar a que la llame, aún no tengo los resultados. Estarán en menos de media hora, espere por favor.

  —Bien... —se fue resignada a su asiento y observó a su amigo reír por lo bajo.

  —¿Hiciste una nueva amiga?

  Kahira le dió su mejor cara de «mátame» y se sentó a su lado bruscamente. Sámuel solo pudo pasar uno de sus brazos por encima de los hombros contrarios, brindándole apoyo, dándole a entender que todo iría bien. Y, realmente, eso esperaba la chica.

  —Espero que tengas razón, Sammie.

  Unos minutos más esperaron para que finalmente le dieran los tan malditos resultados de la prueba de ADN. Sorpresa fue la que se llevaron al ver exactamente lo que significaba lo escrito allí.

  —¿Negativo?

  —¡Sí, no seré padre!

  —Sámuel, me hieres... —dijo Kahira en un muy mal fingido tono de dolor.

  —Oh, lo siento, pero en realidad no me sentía preparado para ser padre a tan temprana edad —su amiga asintió, de acuerdo con sus palabras.

  Y ella lo sabía, sabía que ninguno estaba preparado. Eran inexpertos en convivir con niños o con bebés, se les haría imposible tener uno propio.

  —Lo siento, Kahira. También estoy un poco decepcionado con el resultado, la verdad que estaría encantado de hacer una familia contigo... pero creo que ahora no es el momento —cada una de las palabras que decía el joven, tenían bastante peso sobre la situación y cualquiera podía estar en acuerdo con estás y afirmar lo ciertas que eran.

  —No es tu culpa, tranquilo —posó una de sus manos en el hombro del varón y le dió un leve apretón—. Pero estoy segura de que encontraré al responsable... —aunque ya sepa quién es y lo esté ocultando.

  Ambos salieron de la clínica, dirigiéndose al auto para regresar a casa. Claro, Sámuel primero llevaría a la chica a su hogar, y luego se iría al suyo. No vivían muy lejos uno del otro, pero sí lo suficiente como para la necesidad de un vehículo. En el caso del pelirosa-platinado, se trataba de un exquisito convertible del '74 -de un muy bonito color verde olivo- en muy buen estado.

  En menos de un cuarto de hora, llegaron a la gran mansión de los King -los padres de Kahira-, despidiéndose amablemente antes de que el coche desapareciera.

  La chica entró a la casa con aires cansados, queriendo solo dormir, sin importar que el reloj marcara solo las catorce horas. Su madre igualmente no estaba, así que, la noticia se la daría más tarde. En persona, no por texto, no por llamada. No. Quería decirle a su madre, de frente, que el niño o niña que esperaba no era producto de su mejor amigo.

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  —Madre, escúchame...

  —¡No! Kahira, lo estás tomando como una broma.

  —Pero..

  —¡Esto es serio, hija! ¡Estás embarazada de un desconocido!

  —No lo sabes aún, no me he hecho todas las pruebas par-

  —Si me hubieses escuchado desde un principio, nada de esto hubiera pasado —ahora su madre no sabía si llorar o gritar de la rabia, estaba muy molesta.

  —Pero pasó, comprende eso.

  Kahira estaba segura de que no sería nada fácil hacer que su madre estuviera de su lado. De igual modo, no perdía nada con intentarlo. Debía cerciorarse de los más mínimos detalles o todo sería en vano. Entonces, nada valdría la pena ya. Ella estaba segura de que nadie sabía lo que ella sí. Sin embargo, debía estar atenta a cualquier sospecha de cualquiera.

  —¿Qué está pasando? —«esa voz solo trae problemas», pensó Kahira mientras escuchaba a su padre interrogar.

  —Erick, tu hija debe contarte algo muuuy importante —su padre alzó una ceja, sorprendido y confuso—. Adelante, querida.

  La voz de su madre salió en un tono malicioso, con claras intensiones de molestar a la chica. Kahira estaba consciente de ello.

  —Padre, estoy esperando un bebé... y no sé exactamente de quién es.

  —¿Cómo dices? —el tono de su padre imponía demanda, exigiéndole una explicación, ya.

  «Lo logré», se repetía en la cabeza de la chica mientras intentaba esconder una sonrisa victoriosa.

  —P-pues... la verdad no tengo idea de quién pueda ser —la voz empleada en ese comentario, estuvo tan bien actuada, que se podía haber ganado un Óscar.

  —¿Cómo pudo haber pasado una cosa como esa, Kahira? ¿Acaso no conoces la protección?

  Y eso exactamente era lo que le molestaba de su perfecta familia. Su desinterés por el bienestar de su hija, su indiferencia al saber que ella iba a ser madre. Le molestaba tanto que no la tomaran enserio.

  Aún más cuando el descuidado fue nada más y nada menos que el asombroso e intocable: Erick King.

  —¡Claro que sí! Ustedes mismos me lo advirtieron, pero quizás no funcionó esta vez... de otro modo, no estaría ya con dos meses.

  —¿Has dicho dos meses?

  —¿Es que acaso no me escuchas? —ya comenzaba a cansarse de toda la situación, pero se mantuvo fuerte por un tiempo más.

  Su madre la miró indignada, estupefacta ante las palabras dirigidas a su padre. El ceño arrugado de la molestia en la cara del señor King le dió a entender que había metido la pata, sin embargo, no lo suficiente... aún.

  —¡Por favor, Kahira! ¡Respeta a tu padre!

  La chica quería reírse con toda la ironía posible. ¿Respeto? Esa palabra había perdido el significado entre ella y ese hombre, hace mucho tiempo.

  Kahira lo sabía. Él lo sabía, sabía que ella no desconocía del padre de la criatura. Sabía que sólo quería hundirle por venganza. Y ella tenía conocimiento de ello. Sin embargo, más leña al fuego no causa un incendio, ¿cierto?

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Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora