ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ɪɪ: ¿ǫᴜɪéɴ ᴇs ᴇʟ ᴘᴀᴅʀᴇ?

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Capítulo II: ¿Quién es el padre?

  —¡La cena está lista!

  Al escuchar a su madre, Kahira se levantó de su cama y se dirigió al comedor. No tenía muchas ganas de comer, pero no podía ser tan descortés con su madre. Además, de alguna manera su madre debía de enterarse.

  Llegando a la sala, se encontró a Jamie jugando con su DSi, sentado en la espaciosa alfombra. El chico alzó su vista al escuchar pasos, y cuando vio a su hermana, se levantó de un salto, dejando el aparato a un lado y corriendo hacia la chica.

  —¡Kahira!

  La joven, torpemente, atrapó al pequeño de cinco años en sus brazos, apretujándolo en un fuerte abrazo. Lo quería más que a nada, y él a ella igual.

  —Kahira, me contó Nora que no te sentías bien en la mañana —su madre interrumpió su lindo momento con suma cautela—. ¿Te encuentras bien ahora?

  La chica suspiró y se preparó mentalmente para los reclamos de su madre una vez que se enterase de la verdad. No estaba del todo lista para ello, sin embargo, quiso ser valiente y enfrentar la situación.

  —De hecho, madre, debo hablar contigo de un tema importante —miró de reojo a su hermanito y volvió su atención a su madre—. A solas, por favor.

  —Jamie, ve y dile a Nora que prepare tu plato con la cena. Iré enseguida, cariño.

  El pequeño asintió levemente y salió corriendo hacia la cocina a por su preciada comida. Kahira dirigió su mirada a un punto en blanco en el salón, tratando de evadir a su madre. Mas no pudo hacerlo por mucho, pues esta carraspeó, llamando su atención.

  —¿Qué sucede, hija? —inquirió la mujer con una mirada preocupada y confundida.

  Ahora la chica se encontraba más que nerviosa, estaba demasiado intranquila. ¿Qué pasaría si su madre no aceptaba el que ella estuviera embarazada? ¿Qué diría cuando sepa que el padre era desconocido para ella? ¿Qué diría-

  —Kahira, te hablo —volvió su madre a insistir en que le diera una respuesta. O más bien, que le dijera aquello tan importante.

  —Verás, madre... y-yo, pues no me había sentido muy bien en los últimos días y... justo hoy vomité dos veces en la mañana, por lo que le dije a Nora que llamara a Timothy para que me revisara... y bueno, él dijo que que yo, que yo estoy esperando un bebé...

  Los castaños ojos de su madre se abrieron de par en par, mostrando su sorpresa e incredulidad de manera efusiva. El silencio reinó varios segundos, hasta que la mujer se atrevió a decir algo.

  —Y... ¿Lo confirmaste?

  —Sí. Cuando me lo dijo, aquí en la casa, me desmayé, por lo que me llevaron al hospital de inmediato —la chica trataba de decirle a su madre todos y cada uno de los detalles, esperando que no le dijera lo irresponsable que es o que la botaría de la casa—. Cuando desperté, Tim dijo que la prueba salió positiva... que tengo ya dos, dos meses y medio.

  Ahora el cerebro de su madre estaba repleto de preguntas y preguntas. Y la que más se repetía y más quería saber era:

  —¿Quién es el padre?

                 
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  Kahira miró con desesperación el reloj de su habitación y soltó un gruñido de exasperación. Llevaba esperando a Sámuel por más de media hora, cuando le dijo claramente que estuviera allí antes de las diecinueve horas. Pero claro, su mejor amigo tenía cosas más importantes que hacer que resolver las incógnitas de la chica.

  —¡Kahi, tu amigo llegó! —gritó Jamie desde las escaleras, anunciándole a su hermana una posible respuesta a su pregunta, o al contrario, una duda más.

  —¡Sube, Sam! —gritó en respuesta y esperó con ansias a su amigo.

  El chico de cabellos tintados de rosa platino, subió las escaleras de dos en dos, gritando su nombre cada vez más fuerte.

  —¡Kahira Inaís King! —eso sonó más como un reproche, que como un saludo—. ¿Cómo se te ocurre ocultarme algo así?

  —Ni yo misma lo sabía, Sámuel, así que te calmas y te callas —la chica se levantó de su asiento y trancó su puerta con llave—. El verdadero problema, mi amigo, es que no sé quién es el progenitor de la criatura —su voz sonó caída y desesperada, sin saber que esperar de aquella situación.

  Sámuel sabía, más que nadie, que su amiga era demasiado activa sexualmente. Pero también sabía que ella tomaba todas las medidas de protección y prevención, sin excepción alguna. En este momento, su amigo estaba incrédulo a más no poder.

  —No lo tomes a mal, chica... pero, nadie te enseñó a ser tan zorra —Kahira rodó los ojos, pegándole suavemente en el hombro del chico.

  —No juegues, esto es serio.

  —¿Yo? ¿Jugar? King, tú eres la que se ha metido a jugar en terreno peligroso.

  —Oye, solo quiero que me aconsejes qué hacer, no necesito que me deprimas más— el chico río y asintió serio, dándole a entender que la ayudaría.

  —De acuerdo, lo siento —se disculpó aún sonriendo—. Lo primero, es hacerte las pruebas de ADN, así que, ¿qué esperas? Venga, reserva una cita... ¡y es ya!  —dijo fijo y la chica solo asintió después de carcajearse.

  Lo que su amigo no sabía, era que ninguna de esas pruebas eran necesarias. Kahira sabía muy bien de dónde provenía ese chiquillo. Sabía quién era su padre, ella sabía que no fue por un simple desliz. Sin embargo, no toda la verdad siempre sale a luz, ¿o sí?

               
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Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora