Capítulo III

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Mark

Odiaba sentirme así, pero creía seriamente que Laura me estaba mintiendo. Yo solía ser un hombre seguro, pero entonces la conocí a ella. Laura es increíblemente hermosa, jodidamente caliente y es encantadora. Me costaba creer que de todos los hombres, incluído ese tal Ross, me haya elegido a mi.

— En otra noticias, la famosa modelo Laura Marano ha estado presenciando el concierto de la banda llamada R5. Además, el cantante, Ross Lynch, no dejaba de tirarle ciertas miradas a la modelo que daban a entender que el fuego entre estas dos figuras públicas sigue encendido. ¿Habrá alguna posibilidad de que una de las parejas más interesantes del medio al fin blanqueen su relación? — dice una periodista y luego mira a su compañera. Jodida televisión.

— Esta mañana, se la vio salir del hotel en donde el cantante se hospedaba junto a la hermana del cantante y su hija. Tal vez, el fuego de esa relación esté más prendido que nunca. — continúa la compañera, claramente no para mejorar la situación.

De repente, se me va el apetito y tiro mis tostadas. Estúpido Ross Lynch. Ahora era un alcohólico mujeriego que sinceramente no valía la pena en absoluto, tras la partida de Laura se convirtió en eso. Laura me contó su historia con él, y sinceramente sentí lástima por Ross, sabía lo que era sufrir de esa manera. Pero él debía entender que las cosas no se solucionaban con alcohol y mujeres, que Laura jamás volvería a su lado.

 Siento que la puerta se abre e instantes después Laura ingresa a la cocina junto a Sophie, mi niña favorita.

— Hola, cariño. Hola, princesa. — las saludo sonriendo levemente y ellas besan mis mejillas, lo que provoca mi risa.

— ¡Te hemos traído el desayuno, Mark! Tu favorito. — dice Sophie sentándose a mi lado con mi ayuda.

— Por eso las amo.

Laura ríe y rodea mi cuello con sus brazos, mientras roza su nariz contra mi mejilla suavemente.

— ¿Cómo lo has pasado? — le pregunto acariciando su brazo.

Ella se incorpora y se sienta en frente mio mientras deja en la mesa una bolsa con medialunas y café. De inmediato agarro mi parte, y las chicas las suyas.

— Estuvo bien. Debo admitir que son muy talentosos, me quedé en la habitación de Rydel ya que era muy tarde para volver con Sophie y ella ya estaba durmiendo.

— Ross dijo que comiéramos juntos, y le habló a mami sobre un postre. Yo no pude comer porque me quedé dormida... — murmura haciendo puchero. — Mami, ¿qué era ese postre? ¿Estaba rico?

La cara de Laura es épica, y en ese momento sé que Ross hablaba sobre sexo. Ross quería acostarse con Laura.

La miro con con una ceja levantada y ella rueda los ojos antes de contestar.

— No, al final no he comido con Ross porque me quedé a dormir con Rydel. Nosotras comimos pizza y luego pedimos helado.

— Pero yo dormí en la habitación de Ross. — dice Sophie confundida.

— Si, Ross dijo que tenía una habitación de más para ti así que te quedaste con él y yo me fui a dormir con Rydel.

— ¿Por qué esta mañana no nos acompañó Ross? — pregunta su hija haciendo puchero. — No puedo creer que me hayas abandonado, al parecer había un gato en la habitación porque la espalda de Ross estaba llena de arañazos. ¿Y si me atacaba a mi?

Laura se ahoga con su café y yo le doy palmaditas en la espalda mientras la miro divertido.

— Si te atacaba a ti, Ross iba a salvarte. Él me lo dijo. Ahora, ve a cambiarte y prepárate para ir a lo de Alessia. — manda su madre y la niña se va corriendo a su habitación felizmente.

Alessia es su mejor amiga, y en la mayoría de los fines de semana se juntan en la casa de una o de la otra.

— No ha pasado nada entre Ross y yo, lo ha insinuado todo el tiempo... Pero jamás cedí. Te quiero solo a ti, y sé que no vale la pena perderte por él. Eres un hombre increíble y jodidamente caliente... Me das todo lo que necesito. — murmura sonriendo de lado mientras se coloca entre mis piernas.

— ¿Así has ido vestida? — le pregunto mirando su top y su short. Estoy seguro de que se ha puesto unos tacones que le hacen unas piernas increíbles.

Mi prometida es caliente.

— Si, esperaba llegar a casa y mostrarte como estaba... Tal vez bailarte un poco mientras me desvestía, y luego no lo sé... Lo que quisieras... — susurra seductoramente en mi oído.

Antes de que Laura pueda decir algo más, la tomo de la cintura y la dejo en la mesa conmigo entre sus piernas para después besarla con deseo. Ella profundiza el beso mientras se acerca más a mi y gimo por lo bajo al sentirla. Joder... Sabía lo caliente que era el ambiente ahora mismo, y sinceramente no quería parar, pero Sophie en cualquier momento podía entrar y no quería que nos viera así. Me separo de ella con mucha fuerza de voluntad, y sus labios se ven más apetecibles que antes.

— ¡Ya estoy lista! — anuncia Sophie, ignorante de lo ocurrido en esa cocina.

— De acuerdo. Yo te llevo. — le hago saber y después me acerco al oído de Laura. — Espérame en la cama... — le susurro.

— ¿Con o sin?

— Ni una, ni la otra. Ya sabes.

— A la orden, capitán. — dice mientras me hace una seña militar. Sonrío al verla y la beso una última vez para después irme con Sophie.

*****

— Yo solo digo que está mal... No, escucha... Te irás hoy. Se terminó. Lo amo, si, lo amo. Olvídalo. ¿Sabes qué? Ve y fóllate a las que quieras, he dejado de ser parte de tu vida hace mucho tiempo. Adiós. — escucho una enojada voz femenina en mi habitación, probablemente hablando por teléfono.

Cuando subo las escaleras, me encuentro con mi prometida recostada en la cama tan solo en ropa interior, esperándome. Sonrío ante la imagen y me quito mi camisa y mi pantalon sin dejar de verla, una vez que me quedo tan solo en boxers me recuesto sobre ella y beso su cuello con lentitud.

— Eres la mujer más caliente y hermosa que he conocido en toda mi vida... — susurro en su oído.

— Te amo, Mark. Para siempre. —dice ella mirándome con ternura.

Y no puedo evitar creerle, pasé por mucho para tenerla de la manera en que la tengo... Meses de agonía y tortura, meses intentando convencerla de que lo nuestro podía funcionar, que no me iría de su lado y que la cuidaría, amaría y protegería para siempre.

— Yo también te amo, como jamás he amado a alguien... — murmuro acariciando su mejilla con suavidad, para después desvestirla entre besos y caricias. Ella hace lo mismo conmigo.

Y en estos momentos, puedo decir firmemente que se joda Ross y todos sus intentos de seducción, porque al final del día Laura me elegía a mi. Laura me amaba, y ese imbécil no me quitaría a mi mujer.


The Wedding IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora