«PARA MÍ, ÉL ES COMO QUIEN PONE LAS ESTRELLAS EN EL CIELO.»Quería un encuentro con él, y para logar que eso sucediera, estaba pensando en una excusa válida, pero no se me ocurría nada y temía hacer algo tonto como de costumbre. Ideé un "plan" y justo al momento de llevarlo a cabo se me presentó un compromiso importante y no pude verlo, mi plan se arruinó antes de iniciarlo, eso me dejó desanimada.
Cumpliendo con el compromiso, deseaba que se me hiciera un milagro, quería verlo, quería que él me saludara con su usual beso en la mejilla y ese hola que me alegraba el día.
Al caer la noche, finalizando mi compromiso, estaba agotada; fui a esperar mi transporte, el cual se demoró un poco más de lo normal. Se me pasó por la mente que quizá el destino y los planes de Dios eran que lo viera, me pareció muy gracioso y terminé riéndome de mi misma, de mis tontas ocurrencias, yo siempre ilusionándome, intentado ser positiva. En el fondo no perdía la esperanza de verlo.Continuaba esperando mi transporte y lo vi. No lo podía creer, era increíble. Lucía esa camisa rosa que tanto me encantaba, iba acompañado por un amigo, yo estaba al otro lado de la acera, estaba acompañada, le dije a mi amigo: dudo que siquiera mire hacia acá, y lo hizo, miró en mi dirección, se me aceleró el corazón, dije: seguro no vendrá hacia acá, no podré verlo de cerca ¿Adivina qué hizo él?
Cruzó la calle.
Mi corazón se volvió loco.
Le dije a mi amigo con tristeza que seguro él no se acercaría, y él se acercó, sentí nervios y emoción.
Él llegó hasta donde yo estaba, me dio un beso en la mejilla, seguido de un hola con esa dulce y encantadora voz suya, que no hacía más que derretirme ante él; yo le respondí el saludo, él se giró hacia el frente, dándome la espalda.
Me sentía emocionada pero algo frustrada porque quería que tuviéramos una conversación, no me conformaba con solo verlo, era lo que quería inicialmente, sí, pero no podía conformarme, no teniéndolo cerca.
Mi amigo tuvo que irse, para mi mala suerte tuve que dejar pasar mi transporte debido a que no había cupo para mí en él; al minuto siguiente el amigo de él lo dejó solo; él se giró hacia mí y me preguntó cómo iba todo.
Con el simple hecho de que iniciara una conversación, yo era feliz. Tenía muchísimo tiempo sin estar cerca de él por más de 2 minutos, no podía recordar cuando fue la última vez que eso pasó.
Intenté tener una conversación fluida con él, tratado de no aburrirlo, lo cual temía enormemente, pero no fue así, parecía interesado en lo que le decía, hasta sonrió (victoria para mí), podía hacer un baile de celebración por eso, pero no, no lo hice, me controlé.
En un punto de la conversación lo miré a los ojos, pero no de manera profunda, tenía como costumbre hacerlo cada vez que hablaba con alguien, esa fue una mirada normal, un simple contacto visual. En el momento que lo hice, él también me miró a los ojos, nuestras miradas se encontraron por un segundo y se hicieron profundas. Retiré la vista primero, no entiendo porqué hice algo como eso, supongo que me sentí intimidada.
La conversación siguió bien, llegó el momento de irme; me despedí con un beso en la mejilla y le agradecí por quedarse conmigo mientras esperaba mi transporte.
Ese encuentro provocó nuevas ilusiones, y recordé porqué él me gustaba tanto, creí haber olvidado lo mucho que me encantaba verlo sonreír y más cuando su bella sonrisa iba dirigida a mí y sobre todo si era yo quien la provocaba.
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ÉL, SIEMPRE ÉL.
RomanceBasada en hechos reales. ÉL, ese tipo de chico que te llama la atención la primera vez que lo ves; ese que te resulta encantador una vez que tienes el privilegio de conocerlo. Los rasgos comunes él los hace únicos y perfectos; no sé qué es lo que m...