Ventanas

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Un paso. Solo un paso nos separa de la decisión correcta. No lo pensé bien. Estaba enojado, triste, melancólico, no quería creer que me engañó, pero lo hizo. No esperaba que me hicieran aun lado, pero así fue. Deseaba su apoyo, pero ninguno me apoyo. ¿Qué más podía hacer? Di mi primer paso y allí estaba. Era la mujer más triste que jamás haya visto. Me identifique con ella rápidamente pues imaginaba que la tristeza que sentía tenía que ser tan grande como la que estrujaba mi alma. La mujer tenía el rostro pegado a la ventana con la mirada perdida entre las luces de la calle, observando los vehículos pasar como hormigas sin rumbo. ¿Se sorprendería al verme pasar tan cerca de su ventana? No lo sé, pero la acompañe en un suspiro largo cuando miró directo a mis ojos.

Más adelante un perro me ladró, la verdad no escuche sus ladridos, solo vi como movía el hocico y raspaba con sus garras el cristal de la venta, antes que su dueño lo abrazara y bajara del sofá. Reconozco que sonreí, pues el terrier se parecía mucho a "michi", mi gran amigo de la niñez, me lo regalo mi abuela cuando yo tenía diez años y desde ese día lo cuide con amor y atención. Michi murió hace un año el padre tiempo me lo quito, bueno ese es el destino de todos. Aun lo extraño, espero que el cielo de los perros este cerca de donde estaré yo, así le hare una visita ocasional.

De pronto la luz de la siguiente ventana se apagó y la sombra de dos amantes que jugaban con sus manos se notó por la tenue luz del baño al fondo. Sentí la excitación de ambos traspasando el cristal. Esa mezcla de deseo animal y pasión humana que transforma el acto sexual en un sueño erótico del que jamás quisieras despertar. Una vez lo sentí. Solo una vez. No debí dejarla ir, tenía que haberme aferrado a ella. Ciertamente mi atracción a ella era más sexual que sentimental, no lo niego, pero ella me llevo a lugares que jamás creí llegar, me enseño cosas que nunca hubiese aprendido con una mojigata y sobre todo ella estaba dispuesta a quererme si hacía falta, pero claro, yo tenía que casarme con la mojigata, casi monja que mi madre deseaba y que al final se escapó con un miembro de su iglesia mientras que a la otra la deje, solamente porque trabajaba en un Bar y era bailarina. Si yo hubiese sido más fuerte, ella no hubiese muerto a manos de un novio abusivo. No sé si sería feliz, pero al menos estaría como esa mujer de la ventana, que aun casada con un hombre que se larga de la ciudad durante meses no deja de satisfacer sus deseos con otro hombre... Bueno al final no es mi problema.

El frio de la noche se hizo intenso y la brisa golpeaba mi rostro con más fuerza, apenas pude distinguir otra ventana con una familia cenando. ¡Sabroso! El olor de la comida casera, la risa de los niños. Nunca supe si esa familia era realmente feliz, pues más de una vez los escuche discutir, pero, cuando no lo hacían parecían amarse mucho. ¿Mis padres alguna vez me amaron? Solo los recuerdo diciéndome como caminar, que hacer, con quien hacer amistad, a quien amar, por muchos años creí que esa era su manera de decir "Te Amo", pero cuando recuerdo que solo me dijeron Te Amo en tres ocasiones, vuelvo a preguntarme si en verdad lo hacían. "Te Amo hijo", cuando me case con la mujer que me abandonó y que ellos mismos me presionaron a desposar, "Te amo Hijo" cuando les regale ese boleto a España para que pasaran las vacaciones, "Te Amo Hijo" el día que me ascendieron en el trabajo y los invite a celebrar. No saben la falta que me hace un Te amo cuando estoy triste, cuando me siento perdido, cuando perdí a mi hijo en ese accidente. No saben cuánto lo necesite hace treinta segundos y lo único que escuche fue "Es tu culpa, deja de lloriquear". No sé si la lágrima me salió por la brisa que golpeaba mi rostro o por la tristeza, pero mi corazón estaba roto en mil pedazos.

Después vi, en la siguiente ventana, a una pareja viendo televisión, concentrados, como zombis, la película debía ser muy buena porque los niños brincaban de un lugar a otro sin supervisión alguna. Quizás no eran sus hijos y solo los están cuidando o eran sus hijos y no les importaba. Me pregunto ¿Me habría gustado que no me supervisaran tanto o que me supervisaran al extremo? Los adultos tendemos a no saber qué es lo que realmente queremos y podemos decir que deseamos algo y realmente no ser lo que deseamos.

Pronto pase por una, dos, tres ventanas a oscuras, ocultando sus secretos para mi. ¿Será que quienes viven allí son felices? ¿Se odiaran? ¿Me habrán visto y se asustaron? Me estoy dando demasiado crédito, a quien le importa un idiota como yo, que al no saber que hacer con su vida tomó el camino rápido a la planta baja.

Sólo de imaginar todos los que se escandalizaran, los que tomaran fotos para mostrar a sus amigos o los que se desmayaran al ver el desastre, me siento terriblemente mal. Fue una mala decisión, ahora lo sé, pero ya no puedo hacer nada para evitarlo.

¿Es patético arrepentirse cuando algo es inevitable?

Yo no lo sé, pero si estoy arrepentido.

Esperó Dios me perdone.

El sabor del asfalto es terrible, el dolor me revienta las neuronas, mi vista se nubla, la sangre llena mis pulmones, me hago. Quiero que termine pronto. Todo se vuelve oscuridad.

Deseo vivir, pero ya no podré hacerlo más... 

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⏰ Última actualización: Dec 05, 2017 ⏰

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