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Para Mía Krokova no todo es tan sencillo como lo aparenta y les hace creer al resto. Desde que llegó a Hemlock Grove a los dieciséis años junto a su padre supo que este lugar no era común. No era otro pueblo del estado de Pensilvania o como ningún otro. Era por así decirlo el Gravity Falls pero de Pensilvania solo que mas sombrío y con peores misterios.

Había mucho misterio en aquel pueblo, sumado a cosas raras y alucinantes y entre ellos se encontraban los Godfrey quienes eran la familia más rica y poderosa del lugar, además de ello, la más misteriosa. Nadie con ese apellido era normal.

Aquella familia contaban con la extraña y misteriosa torre con el apellido de la familia. Según se decía entre las voces del pueblo, que habían y hacian muchos experimentos incluso con humanos. Pero sin poder verlo, ella no lo creía del todo. La gente suele inventar muchas cosas, entre ello que la cabeza de famosos están congeladas, que existen monstruos, y un montón de mierda que sin pruebas evidentes la gente cree por rumores y miedo colectivo.

Es tan sencillo inventar algo, la gente cree cualquier cosa últimamente.

Como sea, en Hemlock Grove, lo que le gustaba era el excesivo bosque que tenían en el lugar, era tranquilizante y relajador el tener espacios verdes, algo que en Reno, en el estado de Nevada no tenían mucho. En Nevada solo habían kilómetros y kilómetros de desierto, un sin fin de casinos, dinero, prostitutas y mafias. Era como se ve en la serie de CSI. Por suerte su padre decidió aceptar el trabajo en su pueblo natal tras la baja del comisario.

En Hemlock Grove por los años cuarenta migro su familia desde Ucrania para escapar de la guerra. Aunque desde ya la familia Godfrey era importante y generaban grandes cantidades de dinero y desigualdad por lo que ya décadas despues decidieron ir al estado del pecado.

Pero ya era hora de regresar a Hemlock Grove. Y tras desempacar y ordenar la cabaña que tenían. Mía fue al bosque que les rodeaba mientras su padre entraba los muebles pesados.

El bosque era el lugar especial de ella, la abundante flora, frutos del bosque, hiervas medicinales y plantas bien cuidadas le fascinaban. Ella tenia un don con las plantas, pues planta que tenia daba frutos y crecía hermosa. Por lo que pasear en el bosque era especial para ella, quien se subía a las ramas de un gran árbol que daba a una parte de la propiedad de la familia más rica del lugar. Ahí mismo fue donde conoció a Christina Wendall, una chiquilla como de su edad o incluso menor, era timida y un poco introvertida incluso al saludarla.  Aquella chiquilla parecía fascinada por el bosque creyendo en seres mágicos y en busca de inspiración para ser escritora como se lo decía a cada ser viviente que conocía o con el que se topaba.

La primera impresión que tuvo de ella era que estaba un poco ida en sus cabales, además de que era un tanto neurótica al tratar de dar una buena primera impresión a la nueva habitante de Hemlock Grove. Además de tener curiosidad por sus ojos con heterocromia. Uno verde y uno azul. Ya la creía una bruja o algo así por lo que decidió apartarse un poco de Christina.

Días después conoció al dichoso Roman Godfrey en la escuela y sin duda lo primero que pensó es que era sumamente apuesto. El resto de los estudiantes no tenia comparación con el chico rico. Era bastante alto y no parecía tan temible como decían los chicos de la escuela y vecinos quienes no se le enfrentaban a esa familia.

Ya cuando los días se hacían semanas y las semanas meses, tal como siempre lo hacía, estaba ella en el bosque mientras su padre estaba trabajando. Ya se sabía el camino de memoria y en uno de esos días lo vio pasear con su abrigo negro y ropa oscura por medio del lugar, con los puños apretados y el notorio enojo por una disputa con Olivia, su madre.

Mía sonrió y le saludo con un movimiento de manos al verlo. Ya estaba advertida por su padre que los Godfrey son mala influencia y no quería desobedecer a su padre.

𝐋𝐞𝐭'𝐬 𝐝𝐨 𝐬𝐨𝐦𝐞𝐭𝐡𝐢𝐧𝐠 𝐟𝐮𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora