1; Castigo.

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Namimori, año xxxx.

Tsuna le miró mal.

El día había empezado estúpidamente bien, había repartido su amor a todos los suelos posibles, cavando incluso para besar las más ocultas capas del mismo y aun así Reborn no estaba feliz.

El tutor aparentaba ya poco más de seis años, su crecimiento era bastante veloz siendo que recientemente habían roto la maldición.

En fin, su problema.

—¡Per...!

—¿Vas a contradecirme, Dame-Tsuna? —arqueó una ceja con los brazos cruzados— ¿En serio ya te crees capaz?

Cerró la boca.

Realmente no se sentía tan afortunado, su suerte había sido completamente consumida en el momento en que sobrevivió a una dinamita perdida.

Así de bien había empezado su vida, su cerebro aceptaba con una facilidad impresionante el cambio de situaciones.

Estaba acostumbrado a que alrededor suyo todo ardía y, como siempre, acababa resultando como el más afectado.

Pfff, costumbres.

Pasaba todos los días, TODOS.

—Eso pensé —sonrió—. Ahora, Dame-Tsuna, estás castigado.

Refunfuñó.

Reborn le miró casi curioso y desvió la mirada, ¿qué culpa tenía él de que besar el suelo no fuera parte de su entrenamiento? ¡Nadie gana al corazón! O en su caso a la gravedad, venido al caso es lo mismo.

Tsunayoshi se estaba planteando aquello de rendirse con Kyoko y hacer del suelo su amante oficial, después de todo era con él con quien mantenía la más larga de las relaciones.

¿Dos año? ¿Cinco? ¿Diez?

Tonterías, TsunaxSuelo inició el primer día de su desafortunada vida. Aquel día en que el doctor le sacó del interior de su madre (porque venga, era un niño especial y no hallaba la salida) y le dejó caer por accidente.

Sí, jamás olvidaría la vez que Iemitsu y Nana le contaron ese gran secreto.

Se habían reído.

Putos padres desconsiderados, ¡¿y si hubiera muerto?!

No jodan.

—Reborn, sigo sin entender por qué te enojas tanto —farfulló haciendo berrinche—. ¡Sabes que lo mío con el suelo es cosa de imanes! No puedo evitarlo, él me atrae de maneras en que a la gravedad le hace feliz.

El infante parpadeó atónito por semejante declaración y sonrió divertido, ¿Dame-Tsuna estaba protestando con una tontería de magnitud titán colosal?

Ay, Dios y Confucio.

¿Qué droga le había dado Yamamoto antes de que salieran de casa de camino a las montañas?

Esa mierda era de la buena.

—Tienes que aprender a desconfiar incluso del amor de tu vida —se encogió de hombros—. El suelo no te es fiel y lo sabes, te engaña con tu mejor amigo.

Double. (Pausa temporal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora