Capítulo 24 De demonios y mujeres humanas... Parte 2: Despertar

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Okey aca se los dejo

...

Rin se llevó la mano al cuello muy lentamente, se sentía tan adolorida y que no había un músculo en su golpeado cuerpo que no le doliera. Extrañamente se sentía con fuerzas suficientes para tratar de levantarse. Al moverse una punzada de dolor en su hombro la obligó cerrar los ojos un momento.

Respiró profundo y apoyándose en su mano derecha logró sentarse sobre el futón. En esa posición se inspeccionó el pecho, ignorando el dolor en su hombro, no era tanto un dolor, más como un ardor que se extendía por todo su cuerpo y la calentaba.

Con cuidado se quitó las vendas de su antebrazo, las cicatrices formaban círculos sobrepuestos de piel irregular bajo sus dedos. Se veía un poco extraño porque las marcas eran de color verde oscuro pero al tacto estaban suaves.

Se estiró un poco acomodándose el cabello fuera del rostro, el roce de su melena suave y brillante atrajo su atención a su espalda. Dudó un momento y luego se tocó fácilmente las cicatrices. Al hacerlo, las imágenes de su pelea con Sesshoumaru y Sokoe parpadearon frente a sus ojos.

Los recuerdos de su infancia y últimos días en la aldea se mezclaban entre sí, formando un carrusel interminable de imágenes que por momentos no parecían ser suyas.

Rin se frotó la sien buscando claridad de ideas pero no fue de mucha ayuda. Miró a su alrededor sin reconocer la habitación donde estaba, a su lado había tres futones y a sus pies varios kimonos perfectamente doblados.

Paseó la vista una vez más, aparte de unos cuantos recipientes no vio nada familiar que le facilitara saber donde había dormido quien sabe cuantos días seguidos.

Fijó la vista más allá de la puerta y pudo divisar el resplandor del día que se colaba por las rendijas de la pared. Se detuvo a escuchar los ruidos fuera de la quietud de su cuarto, reconociendo en el acto las voces infantiles que tanto quería. Estaba en el castillo.

Presionó la herida de su hombro y sintió un escalofrío, luego alargó la mano tomó un kimono y se lo puso. Con dificultad se levantó se acomodó la ropa y empezó a caminar en dirección a la puerta completamente mareada pero decidida a salir del cuarto y ver a los pequeños.

Tardó una eternidad en llegar, sus piernas no le respondían tan bien como ella quería. Al correr la puerta la luz del día la cegó de golpe y sin poder controlarse sintió como se inclinaba hacia delante.

Rin puso ambas manos para soportar la inminente caída pero en cambio sintió como la sujetaban por la cintura con firmeza. La calidez de su salvador era una sensación muy agradable. Segura que no caería enfocó la mirada y sus ojos vieron la imagen de una sedosa y larga melena plateada, al mismo tiempo su salvador le hablaba al oído y eso la estremeció.

"Rin! Que haces de pie?"

"D-donde estoy?"

"Adonde perteneces...en el castillo conmigo!"

"...Sesshoumaru?"

Rin sentía el aliento tibio del youkai en su cuello mientras rozaba tiernamente la nariz sobre su piel, parecía como si estuviera llenándose con el aroma de su cabello. Las manos en su cintura le transmitían una deliciosa descarga de electrizante emoción, necesitaba tocar las manos de su salvador y pronto sus dedos rozaron las garras sobre su cintura. Garras!

Sentía el hombro caliente y le zumbaban los oídos, era como si su piel reaccionara a algo o alguien. Con sus piernas sin fuerzas se tambaleó y nuevamente alguien evitó que su cuerpo se estrellara contra el piso, pero esta persona no era la misma que la hacía temblar, al contrario quien la sujetaba le transmitía paz.

Un príncipe enamorado. sesshomaru y rinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora