dos

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La misma rutina de siempre, las enfermeras entraban y tomaba medicina, me daba un baño y volvía a ponerme la bata blanca de siempre. Y cada vez que término voy a verla. No es de hacer muchas cosas de vez en cuando sale al jardín del hospital y comienza a ver las diversas plantas que hay o solo se pone a dibujar o a leer.

Es muy típico de ella.

Me encanta la manera en que su pelo vuela por el viento repentino haciéndola ver mas hermosa. Sus ojos son de un marrón tan único de apreciar. Su piel tan blanca y sus labios de un rosado muy bonito. Deliro con solo pensar en ellos, en la forma en la que sus ojos se achinan al reír o cuando usa sus pantuflas de conejos haciéndola ver jodida mente tierna.

En un momento alejó la vista de su libro y giró su cabeza viendo a todos lados hasta que enfoco su mirada en mi, se debió de dar cuenta que la estaba observando. Retiré enseguida mi mirada avergonzado de que me halla visto viéndola. Un leve rubor comenzó a expandirse en mis mejillas haciéndome sentir un poco tonto. Una pequeña sonrisa se escapó de mis labios a la vez que negaba.

No era la primera vez que me pasaba.

cáncerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora