07 ; Nuevo.

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La época navideña había llegado por fin a la ciudad de Tokio y eso no sólo se podía notar por la gran cantidad de nieve que caía, sino también por las frías calles llenas de personas yendo de aquí para allá, buscando el regalo perfecto para regalar en dicha fecha.

Y para la linda ex capitana del Fukurodani no era una excepción, había quedado con un amigo para hacer las compras juntos.

Había optado por ponerse un jean alto de color blanco roto por las rodillas, que no dejaba al descubierto su piel sino que dejaba ver unas lindas medias negras con pequeños detalles de estrellas del mismo color que su pantalón, blancas. Traía también un suéter deportivo de un color rosa pastel, unas botas de invierno del mismo color que el suéter y por último, una bufanda blanca larga que venía incluida con guantes.

Esta vez no llegaba tarde, es más, hasta llegaba un poco más temprano que la hora esperada. Sorprendida estaba cuando se fijó la hora en su móvil, puesto a que, su querido hermano le había dicho que era tarde, eso hizo que viniera lo más rápido posible a su punto de encuentro.

Suspiró, alejándose un poco de la multitud que invadía el centro comercial más famoso de todo Tokio. Mala idea el ir allí, el lugar estaba repleto de personas ¡Y de niños! si bien le gustaban mucho los niños, pero odiaba el hecho de que lloren cerca de ella.

— ¡Qué frío! —exclamó una voz a sus espaldas lo suficientemente alto como para hacerla dar un pequeño brinco por el susto.

De manera rápida, volteó a ver al dueño de aquella voz tan conocida en su vida. Una enorme sonrisa apareció en su rostro en cuanto logró divisar al ex capitán del Nekoma.

—¡Tsurō! —exclamó de igual manera ella, llamándolo por el apodo que le había otorgado en cuanto terminaron la preparatoria.

De manera rápida, se acercó a él para rodearlo con sus brazos. Tetsurō se sorprendió por el repentino acercamiento de la fémina. A pesar de tener un cuerpo y un cabello tan peculiar, no la había reconocido. Ahora llevaba éste un poco más arriba de los hombros, si bien le gustaba las chicas con el cabello largo, Kōtōri era una excepción, ella se veía bien con todo.

—Ha pasado tiempo, Kōtōri.~ —habló él, luego de separarse un poco para poder observar mejor el adorable rostro de su amiga.

—¡¿Verdad que sí?! ¡¿Cómo estás?! ¡¿Te estuviste cuidando?! ¡¿Sigues entrenando?!

El pelinegro sólo se limitó a sonreír, había extrañado tanto la energía de la joven de cabellos bicolor.

—¡Tranquila, respira! —ella tomó una gran bocada de aire, lista para volver con sus preguntas, pero el muchacho le cubrió la boca con sus manos y le dedicó una sonrisa coqueta.— Estoy bien, sí me estuve cuidando y sólo entreno de vez en cuando, pero lo hago.

Ella también le devolvió la sonrisa, sólo que ésta de una manera inocente, no con segundas intenciones como la de él.

—¡Así me gusta! ¿Nos vamos?

El joven asintió con la cabeza, separándose por completo de los brazos de la chica. Y Comenzó a caminar en dirección a los locales en donde vendían cosas perfectas para regalar.

. . .

No sabían cuanto tiempo llevaban exactamente ahí, tampoco querían saberlo. Estaban demasiados ocupados poniéndose al día con sus asuntos personales mientras veían prendas para vestir, como para poder preocuparse por el horario. Ambos disfrutaban demasiado la compañía del otro, no querían que el día termine, no querían separarse.

—¿Crees que esto gustará? —dijo ella, mostrándole un suéter gris abrigado con una enorme silueta negra de una lechuza.

—Estás hablando de Kōtarō... ¡Es obvio que le gustará! —levantó el pulgar como signo de aprobación desde el sillón de la tienda de ropa.

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2017 ⏰

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