Perdón

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Perdón

Te quiero pedir perdón, Flor. Perdóname. Perdóname si alguna vez te hice sentir incomoda. Si me desubiqué metiéndome donde no me llamaban. Perdóname si quizás sentiste que te presionaba a hacer algo que no estabas segura de querer hacer. Cómo aquel día cuando caminábamos al hotel, vos con tu bicicleta, yo con mis comentarios preocupados y un poco metidos. Con mis acercamientos inapropiados.

Unas horas más tarde, te dije que pensabas demasiado. Que tenías que disfrutar más del momento. Pero la verdad es que, como dicen, "en casa de herrero, cuchillo de palo". Yo me la pasaba pensando. Pensaba demasiado y por eso no me animaba. Pensaba en que te estaba presionando y también en que, quizás, esperabas que tomará la iniciativa. Pensaba que quería besarte y dejarme llevar. Y, al mismo tiempo, pensaba en que te ibas a asustar si lo hacía. Pensaba tantas cosas que deje pasar momentos como este. Que te deje perder contra los nervios y abrazarme.

No me malinterpretes, Flor. Amo tus abrazos. Pero más amo tus besos. Ese día deseaba con todas mis ganas estrellarme contra tus labios. Quería dar el paso que no dábamos ninguna de las dos por pensar tanto. Quería vivir el momento y dejar que fluyera. Enredarme en tu boca y romper con los prejuicios que a ambas nos trastocaban. Que con la intensidad de un beso entendieras todo lo que no podía decirte por miedo a perderte. Lo sé. Que arriesgado. Pero es que un beso entre dos que se quieren no falla nunca. Y tú me querías, me lo habías dicho. Yo te quería y más que eso. Lo eras todo para mí. Lo sos.

Siempre me he preguntado qué hubiera pasado si dejaba de lado mis propias dudas y avanzaba. Si, en lugar de dejar que tomaras la decisión, hubiera dado el primer paso. ¿Me habrías odiado por eso? ¿Me lo habrías reclamado algún día? Sé que no en ese mismo momento, porque yo estaba perdida en tu boca y, aunque no lo viera directamente, sé que vos estabas igual. Acariciando a la distancia mis labios con los tuyos. De la misma manera en la yo deseaba esa boca.

Puede parecer tonto decirte esto hoy, pero prefiero decirte que no decirlo nunca. A veces damos consejos que somos incapaces de seguir. Yo te aconsejé no pensar y en cambio pensaba tanto que no te besé en esa calle solitaria. Con nadie como testigo.

A veces recuerdo el frío metálico de tu bicicleta en mi mano, allí donde la coloque. No porque sea importante, sino porque todo alrededor había subido varios grados mientras me acercaba y te acercabas. Me quemabas con solo la impresión de tenerte cerca. Y, a pesar de ese cálido sentimiento, te deje pasar por pensar demasiado. Te deje pasar en ese abrazo que fue igual de cálido, pero que no podría representar nunca todo lo que un beso te pudo haber dicho sin hablar. 

Todos los momentos que no fueron (FLOZMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora