Preludio

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Cada mañana durante aproximadamente un año, al despertar, me digo que solo es una nueva jornada más. La rutina de siempre que solo durará veinticuatro horas; no tengo idea cuándo fue exactamente que comencé a repetir este mantra para infundirme ánimos, pero al menos funciona... por un rato, excepto este día.

No recuerdo que estaba soñando, pero desperté tan agitado como si estuviese corriendo un maratón, mi cuerpo sudaba frío y parecía que mi corazón iba a salirse de mi pecho. Me llevé ambas manos al rostro y noté que mis mejillas estaban mojadas, estaba llorando.

Tomé una bocanada de aire y me puse de pie para dirigirme al baño. En este punto solo me limitaba a caminar mirando el suelo que mis pies pisaban, ignorando por completo cualquier cosa que pudiera mostrarme mi reflejo, mí demacrado yo, ese que rechazaba tanto.

El espejo del cuarto del baño estaba cubierto por una pequeña toalla de mano, eso ayudaba, había sido idea de Hiro, mi manager. Abrí el grifo de agua fría, tomé un poco con mis manos y lavé mi rostro lo mejor que pude sin poder observarme; suspiré y entonces mi teléfono móvil comenzó a sonar. Sin muchos ánimos volví a la habitación y busqué por alrededor el lugar de donde provenía aquel sonido que estaba crispándome los nervios, al hallarlo noté que era justamente Hiro quien llamaba y que también era casi el medio día, bastante prudente.

- Estoy vivo.

- Sí, me alegra escucharte. Estaba dispuesto a llamar a la policía si no contestabas en esa ocasión.

- ¿Mh? Solo exageras, estaba en el baño.

- Hideto... es la décima vez que llamo durante la mañana.

- ¿Ah? – Instintivamente alejé el aparato de mi oreja y miré en el ícono de las llamas, en efecto tenía 9 llamadas perdidas de Hiro ¿cómo era posible que no hubiera escuchado nada?.

- ... después de eso tienes una entrevista, será corta y entonces puedes tener la tarde libre para recorrer la ciudad.

- Disculpa, ¿qué hay antes de la entrevista?

- Hideto... ¿podrías dejar de ignorarme? Sé que te aburro, pero es trabajo.

- No estoy ignorándote, solo me distraje. – Respondí justo antes de escuchar un sonoro resoplido por parte de mi interlocutor.

- Tienes que grabar las partes vocales que faltan para la nueva canción; mañana tomaremos el vuelo a Okinawa, es temprano así que por favor intenta responder el móvil.

- Sí, sí... - Murmuré en respuesta y entonces sin si quiera despedirme corté la llamada.

No es que odiara tener a mi manager encima todo el tiempo, más bien era que yo podía comportarme de la forma más grosera posible y él siempre estaría cuidándome la espalda; no estoy seguro de cuál es la cuota límite que tienen que soportar las personas que tienen un trabajo como Hiro, pero sé que él lo hace por algo más. En ocasiones lo he sorprendido observándome con lástima y es una sensación recurrente en mi vida, más cuando la prensa amarillista bautiza mis comportamientos como "acciones excéntricas de una estrella de rock".

Resoplé exhausto, tomé asiento al borde de la cama y busqué en el pequeño cajón de la mesita de noche mi paquete de cigarros, fruncí el ceño al notar que no quedaban. Bien, así es como partía mi "mañana". Me incliné para sacar la maleta bajo la cama, tomé un jeans oscuro y una playera negra, lo típico y básico, muy diferente a lo que suelo usar en mis presentaciones, todo es diferente cuando tengo presentaciones. Cambié mi ropa interior y enseguida me vestí hasta que lo último que utilicé fueron un par de botas y una gorra lo suficientemente grande como para darle sombra al menos a la mitad de mi cara.

Tomé el móvil y salí de la habitación hacia el lobby, este siempre era el punto de encuentro de todos y por todos me refiero al staff y demás miembros de la banda además de los respectivos managers.

- Supongo que no has comido nada aún. – Esa era la voz de Hiro materializándose a mi lado. Negué en respuesta mientras escondía las manos en los bolsillos de mi pantalón.

Por supuesto ahí solo estábamos él y yo; como nuestra banda actualmente era muy famosa y aclamada cada uno de los integrantes teníamos agendas apretadas, pocas veces participábamos en conjunto y eso debía decir, era exclusiva petición de mi manager no porque fuese quisquilloso... solo era, yo no podía seguirles el ritmo.

Mi actual estado depresivo, mi decadente yo era demasiado para ser soportado en las tediosas rutinas de entrevistas y grabaciones, es decir, hasta hace poco las crisis de pánico eran mis más cercanas compañeras y los pensamientos suicidas siempre salían a flote, más aún cuando tenía que recordarlo, cuando veía cualquier cosa que me recordara a él, Atsushi Sakurai.

- ¿Qué tal si compro café para llevar? Estamos un poco atrasado para llegar al estudio. – Sugirió mi niñero aunque no esperaba mi aprobación, eso ya lo había decidido y me estaba informado de ello, de una manera cortes.

Caminamos hacia la salida aunque nos detuvimos en la puerta donde mi compañero, completamente opuesto a mí al usar un intachable traje, me tendió un par de lentes oscuros. Sin reproche me los puse, empujé la puerta y salí sin poder evitar arrugar el ceño ante lo brillante que de pronto parecía ser la luz del sol. Caminé directamente hacia nuestra camioneta y como era costumbre me monté atrás, Hiro a mi lado para en un par de minutos estar en marcha.

- Los chicos no querían que lo mencionara hasta que llegara el día, pero sé que tiene el efecto contrario al que ellos esperan, así que... - Dijo mientras dejaba una hoja sobre mi regazo.
Me quité los lentes y me tomé mi tiempo al leer; se trataba del itinerario para la semana siguiente, teníamos un par de conciertos en Okinawa, luego volveríamos a Tokyo y nos presentaríamos en un programa de televisión junto a muchos más artistas, entre ellos BUCK-TICK.

- Los chicos no saben nada... - Murmuré.

- Se preocupan por ti, aún si piensas que solo te mantienen en la banda por contrato. L'Arc-en-Ciel no sería lo mismo sin ti.

- Podrían reemplazarme fácilmente, nadie es indispensable.

- Pensé que ya habíamos superado este tema. – Resopló y me miró de soslayo antes de retirar la hoja de mis manos. – Puedes renunciar.

- No quiero...

- Lo sé. Tema superado. – Finalizó con ello. –Esta vez procuraré que tengas un camarín solo para ti y alejado, no queremos tener más titulares en periódicos y revistas sobre "las diferencias entre HYDE y Atsushi Sakurai".

Esbocé una sonrisa ladina y me recliné en el asiento. Atsushi y yo tuvimos una relación oculta durante poco más de dos años, él se había casado con su maquilladora o algo por el estilo, lo nuestro se acabó cuando él lo decidió... ya no quiso verme más y solo me ignoró sin ninguna explicación. 

Fui su amante, quiero decir, de ser su "pareja" salté a ser amante.

La última vez que compartimos espacio en un programa de televisión causé un revuelo cuando sin permiso ni supervisión me metí a su camarín y exigí una respuesta: ¿Por qué? ¿Por qué me dejaste?. Nada salió bien, por supuesto. Enseguida me encontré lanzándome sobre él al intentar golpearlo, estaba frustrado, furioso y profundamente dolido... creo que aún lo estoy, pero ahora son sentimientos más llevaderos.

Desde entonces han pasado siete meses.


PrayerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora