D O S

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Empecé a sentir el corazón desbocado y un silbido en los oídos... creo que estoy a punto de perder el control, pero entonces recuerdo nuevamente las palabras de mi doctor. Solo debo mantenerme calmado, así que cuando noto que las ansias llegan a un punto álgido, cierro los ojos, tomo una bocanada de aire y me giro para encontrarme con un Atsushi de carne y hueso; no es el espectro que habitualmente me visita en sueños o el que imagino cuando siento que ya nada tiene sentido, tampoco es el que hace unos minutos estuvo a escasos metros de mi y sin embargo me ignoró como si yo no existiera más, al menos para él.

Este Atsushi está mirándome; esboza una sonrisa y con su diestra mano hace un ademán como si estuviese esperando alguna respuesta, pero... ¿respuesta a qué? Sé que escuché su voz, pero no tengo idea de lo que dijo, es algo que me pasa a menudo.

- No escuchaste lo que dije. - Afirmó y con ese aire de superioridad que le caracteriza, cruza los brazos sobre el pecho y suspira.

Aún estoy intentando respirar de forma calmada, al menos alguna que me permita abrir la boca y responder algo coherente y digno, por supuesto. Cierro los ojos, respiro hondo y la calma me invade; para esto tengo que huir de mi mismo, despojarme de los sentimientos, preocupaciones, todo con lo que convivo día a día. Entonces, cuando el HYDE calmado ha tomado el control, le miro de nueva cuenta y suelto un suspiro.

- Estoy intentando encontrar mi camarín. - Digo como si fuera lo más normal del mundo que ambos estuviésemos ahí, hablándonos.

- Tal vez podrías llamar a Hiro.

- Si... sería conveniente, al menos si no hubiera dejado el móvil ahí. - Enervé un hombro y escondí las manos en los bolsillos de mi ajustado pantalón.

- ¿Qué pasa contigo y esos aparatos?

- No funcionamos. - Respondo en un murmullo, y entonces pienso en que no me estoy refiriendo a mi móvil, si no a él.

¿Qué hizo que Atsushi me dejara sin darme ninguna explicación? Me gustaría saberlo aún si la razón no me gusta en lo más mínimo, creo que me debe una explicación porque le entregué todo de mi, ni siquiera L'Arc-en-Ciel podía más que Atsushi Sakurai.

- ¿Te llevo a tu camarín? Los demás deben estar preocupados por ti. - Sugiere.
Mi expresión de sorpresa debió ser muy evidente porque él ni siquiera se molestó en disimular una sonrisa divertida.

¿Qué haría si se me acercaba? ¿Y si me tocaba?
Cualquiera pensaría que estaba siendo muy exagerado al pensar algo tan estúpido, pero no espero que lo entiendan, no espero que nadie entienda como es que ese hombre me hace sentir, aún ahora.
Solo atiné a asentir. Mi doctor también había mencionado algo sobre evitar cualquier tipo de contacto innecesario con Atsushi, cualquier conversación que estuviera fuera del alcance de mi autocontrol; mencionó algo sobre una recaída... todas esas cosas se valoraban en porcentajes, así que las cosas estaban así para mí: 70% "Muerte" v/s 30% "Podrás superarlo".


Atsushi comenzó a caminar y yo le seguí un par de pasos atrás. Aproveché de examinar su espalda, su cabello azabache, algo alborotado... y toda su ropa tan pulcra, sus uñas pintadas oscuras cual ébano.

Mira por sobre uno de sus hombros y me obligo a alzar el rostro porque no está bien lo que hago, sin embargo no puedo evitarlo.
- ¿Cómo has estado?
No puedo creer que pregunte eso. Esperaba que lo estuviera evitando adrede y eso sería lo mejor para ambos, pero ahí estaba. ¿Qué cómo he estado? Mal, lo amo... no puedo olvidarlo y siento que cada vez una parte de mi muere con cada día que pasan sin tenerlo, sabiendo que comparte la cama con alguien que apareció de la nada... que regala besos y caricias a una mujer que tiene todo el derecho sobre él, más del que yo nunca tuve; tengo celos, tengo rabia contenida, tristeza. Pero solo me limito a responder: - Bien. ¿Y tú? -
- Bien... yo, Hideto... yo en realidad quería hablar contigo. - Se detiene de pronto y es tan precipitado que trastabillo al chocar suavemente contra su espalda, golpeándome en la nariz.
- Ah, joder.
- ¿Estás bien? - Da la media vuelta y toma mi rostro con ambas manos mientras parece estar examinándome; no pude evitar sonrojarme hasta las orejas y rezo a todos los santos que mi cabello al menos haga a magia para pasar desapercibido. - ... Estás rojo. - Susurra con una odiosa sonrisita en los labios y no puedo hacer más que sonrojarme por completo, sí, aún más.

PrayerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora