13/11/1918.

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Finalmente acabó. La guerra acabó por fin, después de que enviaran soldados para morir una y otra vez, sin sentido, sin compasión alguna. Lloran las familias que perdieron a sus seres queridos, que entregaron a sus preciados hijos a las garras del campo sangriento de batalla, hermanos, novios, esposos, primos, sin saber lo que les esperaba allá: el verdadero horror en su máximo y crudo esplendor. ¿Cuántas familias fueron al despedir a quienes partían a la guerra con sonrisas en las caras y banderitas en las manos dando apoyo y creyendo con firmeza que ganaríamos? , bastantes; yo también lo hice, y sigo llorando por la pérdida,( no de papá) de mi hermano y de mi mejor amigo, Luka (el cual me rescato de mí mismo… me salvo de la soledad… y fue uno de los primeros en aceptarme tal y como soy), es mi amigo. Continúo creyendo que quién debió morir fui yo, pero por motivos que a día de hoy desconozco, mis pulmones aún me hacen respirar y mi corazón continúa latiendo, aunque los de él no, ya no quiero vivir sin ninguna pasión y sin nadie, mi madre –quién alguna vez me amó, cuidó y escuchó- ya no es más que una mujer traumatizada y psicótica por los espantos de lo que fue la Gran Guerra, mi hermano ya no es más que un cadáver entre cadaveres de los muchos que cayeron sirviendo por Italia, mi padre es ahora un hombre muerto que no extrañaré por las atrocidades que hizo cuando era sólo un niño,  y ahora sólo me queda Valentia pero ya tampoco nos vemos mucho; su padre tal como yo, volvió de la guerra, pero él en peores condiciones que las mías. Mientras yo sólo presentaba heridas y cortes leves en mi cara, brazos y abdomen, Taddeo –el padre de Valentia- estaba con cortes profundos en toda su área toráxica y para peor, había contraído una gripe.
Para empeorar las cosas, otra de la consecuencia por esta absurda batalla fue que Italia perdió el 26% de las riquezas del estado y una gran parte del territorio por lo que afecto los campos de cultivo y redes de ferrocarriles, lo que ahora esta produciendo en la ciudad una crisis, y la verdad me preocupa que ésta crisis pueda afectar a la salud mental de él padre de Valentia, no quiero que termine como mi madre.

Amadeo Salvatore D'micoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora