14/11/1918.

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Pude ver a Valentia después de días de que ella estuviera encerrada en su hogar cuidando de su padre, y sentí una enorme alegría recorrerme de pies a cabeza en ese momento. A pesar de mi felicidad por verla, algo lucia inusual, algo fuera de lo común, pero no pude pensar en qué podría ser. Ella se veía sumamente diferente de lo que solía ser, sus ojos siempre vivos y brillantes se notaban cansados, bajo de ellos se cernían unas ojeras moradas –casi negras-, su piel al tacto ya no tenía la misma suavidad de antes,  ya no era una piel tersa si no áspera y descuidada,  su voz había perdido su antiguo vigor ; no era la chica que alguna vez conocí y me daba pena verla así, no pude salvarla de todo este desastre.
Como había invitado a Valentia a mi casa no pude evitar que mi cara de leve emoción se transformara en preocupación de un segundo a otro por verla en ese estado, así que me decidí en que ese día iba a ser uno de sus mejores días en mucho tiempo, ya que iba a ser que se olvidara de sus problemas, de la gripe de su padre y de los recuerdos de esa horrible guerra que debería llamarse “catastrofe voluntaria”. Al llegar, sin pensarlo mucho le ofrecí asiento y un vaso de agua o jugo –la verdad no recuerdo que era-, a lo que ella logró mostrar una leve sonrisa, casi tan linda como las sonrisas que me mostraba cuando la conocí, y eso me hizo sentir un pequeño vuelco de felicidad en el corazón, la linda Valentia que conocí seguía allí, solo que estaba debajo de las heridas aún abiertas que dejó la guerra.
La inmensa inquietud que recorría mi mente por saber como podría ayudarla me abrumaba, necesitaba saber qué hacer para volver a verla feliz, que me volviera a abrazar con esa aura radiante que poseía, así que me resigné a sentarme a su lado, posar mi mano en su rodilla y hacerle una simple pregunta; “¿Qué sucedió para que quedaras así?”, contó tantas cosas que a la mayoria no tuve respuesta, me dejaron atonito, todo lo que sucedió con su padre despues de que yo supiera lo de su gripe no parecía que había mejorando, y todo lo que tuvo que pasar Valentia me hizo sentir como si me clavaran un puñal en el pecho, no pude hacer nada para ayudarla, ni si quiera lo intenté por lo cobarde que soy. Luego de eso quedamos en un completo silencio, y yo la abracé con todo el cariño que no le pude dar por no atreverme a dar una mano, le di todo el cariño que necesitaba por meses y no le dieron, le di todo lo que necesitaba en ese momento, y creo que sí cumplí, ese fue su mejor día en estos últimos meses.

Amadeo Salvatore D'micoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora