Capítulo I: Nueva jaula ¿Nuevo carcelero?

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El agua corría por su cuerpo, hirviendo, necesitaba con desesperación quitarse el hedor de aquella sustancia, la suciedad de su cuerpo, desenredar los nudos en su cabello

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El agua corría por su cuerpo, hirviendo, necesitaba con desesperación quitarse el hedor de aquella sustancia, la suciedad de su cuerpo, desenredar los nudos en su cabello.

Era la primera vez en dos años que podía bañarse en un lugar cerrado, la emoción por poder hacerlo había alejado el miedo por unos instantes, lo primero que había visto al despertar era el baño, no dudó ni un momento y corrió a meterse bajo la ducha, no sabía cuánto tiempo estaba ahí.  El jabón olía delicioso, igual que el Shampoo y la crema para peinar, como a chocolate, coco y galletas, le daba hambre con solo respirar ese aroma.

—¿Ashley? —escuchó decir detrás de la puerta—. Te dejaré algo de ropa junto con las toallas ¿Está bien?

Ella no habló, casi había olvidado como hacerlo, era como si sus cuerdas vocales estuvieran oxidadas, el miedo se apoderó de su ser, haciéndole retroceder hasta toparse contra la pared fría.

—Supongo que eso es un sí.

El hombre de la voz suave entró al baño, ella estaba cubierta solo por la puerta corrediza gris, que difuminaba su figura, a pesar de eso no pudo evitar cubrirse. El hombre dejó unas toallas y la ropa encima del lavabo.

—Me voy, si necesitas cualquier cosa, sólo llámame.

Vio como su figura salía y cerraba la puerta, exhaló el aire de sus pulmones cuando se encontró sola nuevamente. Cerró el grifo de la ducha y salió, se cubrió con una toalla azul oscuro y secó su arruinado cabello con la toalla negra. Se miró al espejo empotrado en la pared, se veía terrible, aunque había olvidado como era antes de que todo pasara, la mujer que veía en ese espejo era espantosa.

Tenía grandes ojeras, los huesos se le marcaban por todo el cuerpo, tenía cicatrices de agujas y quemaduras que todavía no sanaban por completo, su cabello aún lucía como un desastre, pero ya no olía. Ella se dio cuenta que ya no olía como el laboratorio, sonrió levemente por ello.

Se fijó en la ropa que él le había dejado, un pantalón deportivo negro, zapatillas de piso azules, medias, un conjunto de ropa interior del mismo color y una musculosa gris.

Cuando acabó de vestirse volvió a mirarse en el espejo, seguía viéndose terrible, pero menos sucia.

Con mucho cuidado salió del baño, la habitación era grande y muy luminosa, en el lado izquierdo pegada a la pared había una cama enorme con sábanas blancas de bordes rojo oscuro con varios almohadones negros, a ambos lados de esta se situaban dos mesitas de noche con dos lámparas. A varios metros frente a su posición había un ventanal con cortinas blancas, mientras que, en el lado derecho había una pantalla de televisión con un armario blanco a cada lado.

El cambio de espacio era tan abrupto, que ella dudaba que fuese real, temía dar un solo paso por miedo a caer y despertar de nuevo en esa jaula.

"Esto es real, estoy fuera" se dijo a si misma mientras avanzaba lentamente hacia la cama. El tamaño del colchón ni siquiera disminuyó cuando se sentó, debía estar muy delgada, expandió sus manos sobre la superficie, la suavidad de aquel material la maravilló por completo.

La salvación de Alexei [Serie Ice Daggers 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora