Capítulo XXI: Elección

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Ashley se sentó al pie de un enorme sauce sin hojas, las ramas se mecían con suavidad en la tibia brisa, oscilando levemente en una danza silenciosa

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Ashley se sentó al pie de un enorme sauce sin hojas, las ramas se mecían con suavidad en la tibia brisa, oscilando levemente en una danza silenciosa. La verde hierba comenzaba a crecer por el cambio en el clima, los débiles sonidos de las criaturas del bosque pronto se tornarían más fuertes.

La primavera se acercaba, podía sentir la fuerza de la nueva vida latiendo a su alrededor.

Aiden y Riley habían decidido transformarse y jugar en un claro, donde Ashley los veía atentamente, con una sonrisa en su rostro y la alegría en su corazón.

El bosque le atraía como una abeja a la miel, llamando al corazón animal, incitando a abrazar sus instintos y fundirse en la simpleza de una vida fácil. Cazar, comer, reproducirse, defenderse, era una dulce tentación dejar ir todas sus complicaciones humanas en un simple acto que la convertiría en una puma regida por los instintos primarios, sin consciencia, sin razón, sin lógica, solo la naturaleza guiando sus pasos.

Para volverse salvaje había un sencillo paso que cualquier cambiante podía seguir con total facilidad, dejar el control al animal que era la otra mitad, y perder la humanidad por completo.

El sentimiento de libertad era embriagador, pero la necesidad de quedarse en su estado era más poderosa, ser cambiante más que una diferencia era un privilegio, porque un humano jamás comprendería la íntima conexión que existía entre el cambiante y su entorno, entre sus compañeros de clan, entre mente humana y mente animal. Ella se sentía orgullosa de pertenecer a una raza con habilidades tan extraordinarias.

Aún más cuando veía los macizos y elegantes cuerpos de sus amigos, cuyos pelajes eran mecidos por la brisa, su belleza sólo era superada por su imponente fuerza. Aiden era un poco más grande que Riley, su pelaje era gris oscuro con manchas negras en su cabeza, patas y cola, mientras que en sus flancos y sus costillas tenía manchas negras y grise oscuro, estaba agazapado en el suelo, su mirada fija en su oponente.

Riley lo observaba a unos metros, dudando sobre sus movimientos, su cuerpo más delgado que el de Aiden era de un tono gris claro cuyas manchas y puntos eran tan claros que apenas los podía ver. Riley era una persona tímida y asustadiza en su forma humana, pero en su forma animal adoptaba una fuerza y una determinación que la llevaba a superar sus miedos, y hacer algo que ella nunca podría, someter a un hombre, aunque ese hombre fuera el tierno Aiden.

Riley le había dicho, unas horas después de que Kaylee dejara su cabaña, que su peor miedo eran los hombres desconocidos. Ashley quiso detenerla, no se creía digna de tal muestra de confianza, pero ella le había exigido que era lo correcto, Riley estaba decidida a contarle por la primera vez que habló con ella y con Hailey a la orilla de un arroyo, donde Ashley le había contado su historia, fue un breve momento después de regresar de Alaska donde decidió que debía contarle a alguien más.

Ahora ella había saltando sobre Aiden, pero este se movió justo antes de que ella aterrizara, haciéndola rodar por la hierba húmeda, Riley se puso de pie y sacudió su pelaje, la siguiente vez amagó a saltar y arremetió contra el flanco derecho de Aiden, provocando que perdiera el equilibrio y cayera de costado al suelo. Riley se apresuró a inmovilizarlo al saltar encima, chasqueó sus dientes cerca de su cuello, signo de que había ganado la pelea.

—Es muy hábil para ser tan pequeña.

Un murmullo suave la distrajo, pero antes de sacar sus garras, un aroma conocido la detuvo. Liam apareció entre los árboles, caminando sueltamente con las manos en los bolsillos de sus jeans grises. Su mirada estaba fija en los dos leopardos de las nieves que habían iniciado un nuevo combate.

Ashley aún no conocía del todo a Liam, desde aquella vez que le asustó al aparecer en el techo de la cabaña y aquella mañana en donde apareció a comer las galletas de Alexei, ella no había estado tan cerca, mucho menos, al punto de poder hablar con él. No era que quisiera entablar una conversación, a ella le parecía que era un hombre algo intimidante, no era dulce y alegre como Alexei, Liam era más... Reservado, serio, inflexible... Alexei hablaba hasta por los codos y le encantaba encontrarse con los miembros de su clan, mientras que, aquel hombre que estaba a un par de metros, jamás lo había visto cerca de Riley, y sólo lo había oído hablar con Alexei en pocas ocasiones.

Tal vez estaba creando una falsa impresión, pensó, quizás no debía juzgar a cualquier persona sin conocerlo.

—Riley es muy especial —dijo evitando cruzar sus ojos con su figura.

Por un momento él no dijo nada, pero ella no pudo evitar sentirse incómoda, percibiendo algo peligroso en su interior. Liam era el segundo al mando de Aria, y según lo que tenía entendido, estaba por encima de todos los demás.

—Es la primera vez que puedo verla sentirse tan segura al estar transformada en un claro. —El brillo de sus ojos cobró intensidad mientras que su voz sonaba lejana, como si estuviera recordando algo—. A veces pienso que vale la pena seguir de esta manera, por ellos.

Ashley no dijo nada, no podía, porque no sabía a qué se estaba refiriendo, se limitó a asentir manteniendo su mirada en sus amigos.

—Alexei no dudaría en proteger con su vida a quienes ama —dijo con firmeza, su rostro había cambiado de dirección, depositando toda la intensidad de su mirada en ella—. Pero él jamás espera nada de nadie, es su única vulnerabilidad. Puede que lo veas rodeado de amigos, pero en el interior está sólo.

La voz sombría le hizo elevar su mirada bruscamente, el verde dio paso al amarillo pálido, a pesar del dominio que emitían, Ashley mantuvo la mirada, reconociendo con una inclinación respetuosa el secreto oculto en sus palabras.

—Elige con el corazón Ashley, puedes revivir o matar.

Con un último vistazo a Aiden y Riley, Liam se dio media vuelta y se perdió en el bosque. Sus palabras se hicieron eco en su mente, obligándole a volver al tema que había querido evitar durante todo el día. Alexei.

El calor invadió su cuerpo al pensar su nombre, el puma se movió, expectante, reconociendo el depredador que la acechaba, pero del que no tenía intenciones de huir.

El tiempo se agotaba, lo sabía bien, pero no por eso debía apresurarse. El peso de su decisión era enorme, y no podía dejar de sentirse culpable.

Pero descubrió, que al final de todo, era demasiado egoísta para dejarlo ir.

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La salvación de Alexei [Serie Ice Daggers 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora