6. Albornoz verde

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-Vamos, mamá. Entiéndelo.

-¡June! ¡Son 1.300 euros!

-Lo sé, lo sé. Pero yo no tengo suficiente dinero para pagarlo.

-Si no te lo gastaras en ropa... -balbucea mi madre, aunque yo oigo lo que dice

-¡Mamá!

-¡Hija! ¡No estaré siempre ahí para dejarte dinero por cosas que no son responsabilidad mía! Tú eres mi responsabilidad, no la puerta. Así que búscate lo que sea para pagarlo.

-¿Qué pasa, June?-dice mi padre mientras baja las escaleras que le conducen al salón

Mamá lo asesina con la mirada igual que yo ayer con Luke. Mi madre es muy estricta sobre mí. Siempre está en mi contra, sea por pagar puertas rotas, o sea por lo que sea. Es una mujer alta, rubia de ojos castaños. Y siempre lleva cara de mala leche, no nos vamos a engañar.

-Ayer, tu querida hija -cuando mi madre dice querida es que va a decir algo malo, ese "querida" no suena tan amigable como seguramente parece, creedme -rompió una puerta de cristal. A saber que gamberradas estaría haciendo.

Mi padre, al contrario que ella, siempre me apoya. Es bajito y un poco rechoncho, y tiene algunas canas en su pelo castaño. Eso si, tiene unos ojos verdes preciosos. Los míos son una mezcla de los suyos y los de mamá. Son verdes, pero se degradan a marrón a medida que van llegando a la pupila.

-Oh, venga. Ambos sabemos que no, Ala. Seguro que no estaba haciendo nada malo. ¿Verdad June?

Todos llaman a mi madre Ala, excepto yo. Su nombre completo es Alamanda, y así la llamo yo, porque sé que le fastidia que la llamen por su nombre completo. Gracias abuelos por fastidiarla de por vida. Os amo. Vamos a ver... ¿Quién rayos se llama Alamanda? A-la-man-da. Es un nombre horrible y larguísimo. Además, suena como salamandra. El mio es sencillo. Ju-ne. Y se pronuncia Jun, por cierto. Fácil, rápido y para toda la familia.

-Claro que no, papá. Estaba algo enfadada, y di un portazo. Ya está, y que yo crea eso no es nada malo.

Mientras hablaba, mi madre iba susurrándome al oído: -1.300 Euros, 1.300 euros... En fin. Ella es así. Insoportable.

-Pues a mi me da exactamente igual cómo la hayas roto. No te voy a dar el dinero.

-El dinero es de los dos y lo sabes... ¿Cómo no vamos a ayudar a nuestra hija?

Papá sube las escaleras y se dirige a su habitación, supongo que para darme el dinero. Así que me quedo sola con mi madre Alamanda. ¿Has oído mamá? ¡Alamanda!

-Si papá te acaba dando el dinero... Que espero que no lo haga, -dice entre dientes -tendrás que devolvérnoslo.

- Aquí tienes cariño -dice papá, bajando de nuevo las escaleras con su cartera en las manos -¿Cuánto era?

-1.300-digo orgullosa de mi padre

Me da unos cuantos billetes. Me fijo, y veo que uno está doblado de una manera muy peculiar, pero no le doy importancia. Los cuento, y me sale que hay más de lo que he pedido, así que lo miro, y me guiña un ojo. Me dice moviendo los labios: "Sólo sígueme la corriente" ¿Por qué no lo ha visto mamá? Estaba demasiado ocupada retocándose el maquillaje.

-Aquí tienes hija, 1.400.-dice papá, claramente fingiendo para que salte mi madre*

-¿Cómo que 1.400?-replica mi madre

Me quita los billetes que tengo en las manos, y me quita tres de cien. Ella piensa que tengo 1.100, pero en realidad sigo teniendo más de los que necesito.

El chico que entraba por mi ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora