8. Líquido morado

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Me despierto. Bueno, me despiertan, en realidad. A alguien le ha inspirado mi ventana lo suficiente como para tirarle piedrecitas. Lo que me anima es que está amaneciendo, es de las únicas veces que me despierto y no es de noche.

—¡Oye! —digo, chillando y susurrando a la vez

Ese alguien sigue a la suya, y sigue con las piedras.

—Basta, te lo digo en serio. ¡Me vas a rallar la ventana!

Y dale. Y venga a tirar las malditas piedras.

Segura de que ese alguien es mi querido vecino, digo:

—¡Maldito Luke! Me tienes hasta...

—¿Luke? —dice, y parece que no es ni sabe quién es Luke.— ¿Quién es Luke?

Cierto. Luke no podía ser. Está en rehabilitación, por lo de la pierna. Al menos sé que el que tira piedras es un chico. Cómo ahora ya no tengo nadie más a quien culpar, bajo yo misma a comprobar quien el de las piedras.

Sigue tirandolas, hasta que escucho mi ventana romperse.

La miro, y por supuesto, la ventana estaba rota. Miro al suelo para ver la piedra reina que ha roto mi ventana. Y para mi sorpresa no era una piedra.

Harta de ese chico, me quito la sábana de encima, y descalza, bajo por las escaleras de madera a toda prisa. Sin contar que iba en ropa interior y sin peinar ni maquillar, claro. Llego a la puerta, y aparto la cortina de la ventanilla para asomarme por ésta.

No veo a nadie, y entonces es cuando cometo un grave error. Abro la puerta, y exclamo con todas mis fuerzas:

—¡Idiota!—me acababa de caer un cubo lleno de un líquido morado aqueroso

Por cierto, tan valiente para tirarme piedras a la ventana hasta romperla, y lleva una capucha para que no se le vea la cara.

—¡Fastídiate Brooke! ¡Por todas las bromas que me has hecho!—dice él

¿Brooke? No sé que le habrás hecho, Brooke. Pero debe ser algo suficientemente grave como para que te tiren líquido morado encima. El chico abre la boca, como si estuviera asombrado, pero me da igual, y digo:

—Tres cosas: uno, el líquido sobraba. Dos, me tendrás que pagar la ventana. Y tres... 

—¡Una mierda! No te pienso pagar la maldita ventana. —dice sin dejarme acabar la frase

—Oh, claro que lo harás. —me aparto el líquido de los ojos, y por fin el chico me ve la cara. Y ve que no soy Brooke.— Y tres, no soy Brooke. Soy June. —digo acabando la frase anterior.

  —Pues June, eres preciosa.

—¿Qué?

Veo que su mirada deja de ver la mía. Y siguiendo sus ojos me doy cuenta de que voy en ropa interior. Justo la más graciosa que tengo. El sujetador tiene dos osos "kawaii" dibujados, y la otra parte de la ropa interior tiene un dibujito de oso estampado en el... Argh, donde queda el trasero.

Siento mis mejillas arder, y hago un ademán de ir dentro de casa para ponerme algo de ropa, pero ese chico me agarra del brazo, impidiéndomelo. Lo miro con terror, y veo que en la otra mano tiene su sudadera. Me la acerca y rápidamente la cojo y me la pongo. Me va un poco grande, así que me cubre lo suficiente. Pero seguía siendo asqueroso ese líquido morado. Y además ahora llevaba ropa encima de esa ... Cosa. Iugh.

  —Esto...

El chico ve que estoy incómoda y dice:

—Ethan. Soy Ethan, encantado.—sonríe, y tiene una sonrisa bonita.

El chico que entraba por mi ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora